Deja Vu
El ocho de julio de 1976 el diario Excélsior de la ciudad de México sufrió el más duro golpe de su historia y tal vez del periodismo nacional. El “golpe a Excélsior” consistió en la destitución del entonces director del diario, Julio Scherer García, a través de un boicot interno organizado por las altas cúpulas del poder mexicano, dirigidas por el entonces presidente Luis Echeverría. Este evento aislado (y minimizado en su momento) fue un claro ejemplo de los enfrentamientos entre el gobierno y la prensa en un régimen político como el mexicano.
Primer acto
El pasado domingo 15 de marzo MVS Radio dio por terminada su relación de trabajo con la periodista Carmen Aristegui Flores. La empresa informó que no aceptó el ultimátum de la conductora para resolver la problemática que mantenía con la compañía: la reinstalación de Irving Huerta y Daniel Lizárraga, este último coordinador de la Unidad de Investigaciones Especiales, ambos reporteros participaron en las investigaciones de la “Casa blanca” de Angélica Rivera y el caso “Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre”.
El jueves 12 de marzo MVS despidió a los periodistas bajo el argumento de “que la empresa tiene razones suficientes, que han ocasionado la pérdida de confianza en ambos reporteros”. Este acontecimiento se dio dos días después de que Aristegui anunció la incorporación del equipo de investigaciones de NoticiasMVS y Aristegui Noticias a la nueva organización Méxicoleaks.
MVS en varios comunicados se deslindó de pertenecer a Méxicoleaks y cuestionó el “uso de nuestra marca sin autorización expresa”, además advirtió que tomarían las medidas pertinentes y necesarias a fin de que sus recursos humanos y tecnológicos, financieros y materiales no sean utilizados para fines distintos a los que fueron creados y sirvan a intereses particulares que nada tienen que ver con el periodismo.
Por “comprometer el nombre de MVS, sin contar con las facultades para ello y sin haberlo consultado previamente con la administración” (versión que después se redujo a un “abuso de confianza”) la empresa radiofónica dirigida por Joaquín Vargas Guajardo, despidió a los reporteros Irving Huerta y Daniel Lizárraga.
Posteriormente dio por terminada su relación de trabajo con Carmen Aristegui argumentando que la posición de la conductora es lamentable “pero como empresa no podemos aceptar condicionamientos ni el ultimato de nuestros colaboradores. El diálogo no se atiende imponiendo condiciones, sino escuchando a las partes y tratando de alcanzar acuerdos.”
Sin embargo, especialistas en la materia cuestionan la legitimidad de estas razones para el cese de Aristegui y plantean la idea de que existen razones más complejas para el despido de la periodista y su equipo de trabajo. El doctor John M. Ackerman, investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, doctor en Sociología Política por la Universidad de California, y columnista de revistas (Proceso) y diarios nacionales (La Jornada) y extranjeros, habló sobre el “caso Aristegui”.
“El programa de Carmen Aristegui no es solamente el noticiero radiofónico de mayor audiencia en el país, sino también funge como un centro articulador para el pensamiento crítico en toda la nación. Escuchar a Aristegui es un acto de rebeldía y de esperanza. Sus entrevistas, sus investigaciones y su cobertura diaria del acontecer nacional constantemente ponen en cuestión las mentiras del poder y nos hacen creer que otro México es posible.”
Ackerman explica que el despido de los periodistas lejos de un conflicto empresarial, fue un acto de escarmiento ideado por “el poder corrupto con el fin de desarticular la creciente resistencia y conciencia sociales. Confirman que México no es un sistema democrático, sino un régimen autoritario. En nuestro país quienes critican y exhiben al poder no son premiados, sino duramente castigados.”
Como Ackerman, hay otras voces que concuerdan con esta línea de pensamiento; Aleida Calleja, presidenta de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (AMEDI) y de la Asociación Civil Comunicación Comunitaria, explica que este incidente es un ejemplo más de la fuerte problemática del país sobre la libertad de expresión. La especialista en medios argumenta esto haciendo alusión a 2011 cuando surgió una discrepancia por la pregunta de Aristegui sobre el supuesto alcoholismo del ex presidente Felipe Calderón.
Calleja manifiesta que el noticiario de Carmen era el espacio principal donde se podían escuchar las voces y perspectivas de numerosos movimientos y actores sociales, los cuales “no tienen cabida en la mayor parte del resto de los medios que monótonamente repiten el discurso oficial, que se alinean dócilmente a los designios del gobierno actual.”
Aleida se pregunta sobre la desmedida respuesta de MVS hacia Aristegui, sostiene que un diferendo de ese tipo pudo haberse resuelto con las aclaraciones y disculpas pertinentes entre las partes.
Siembra la tesis de que si la razón del despido de Carmen y su equipo de trabajo no fue el enojo de los dueños de MVS, y que, si como muchos dicen, se debió a las presiones que está haciendo el gobierno de Peña Nieto, que tiene como vocero precisamente a Eduardo Sánchez ex colaborador de MVS, “estaríamos ante una gravísima censura propia de una dictadura, de un autoritarismo que pone en vilo nuestra frágil democracia”.
Contrastando con esta declaración, el periodista Luis Cárdenas, locutor de la segunda emisión de MVS Radio, declaró que el problema entre Carmen Aristegui y la empresa es un asunto empresarial y de pérdida de confianza, descartó que fuera un tema sobre libertad de expresión, sino que señaló que fue un conflicto de ego: “MVS no es solamente Carmen Aristegui. Esta empresa la hacemos muchos. En esta empresa laboramos muchísimas personas que estamos comprometidos con la audiencia”.
Mientras tanto la reacción de las audiencias no se hizo esperar y el viernes 13 de marzo se realizó una manifestación en las afueras de la estación para exigir que no se cesara a Carmen y una más el lunes 16 ante la noticia que se dio a conocer el domingo 15 de que la empresa despedía a la periodista. En menos de dos días se juntaron más de 100 mil firmas apoyando a la conductora y en las redes sociales el hashtag #EnDefensaDeAristegui se convirtió rápidamente en Trending Topic.
Tercer acto
El jueves 19 de marzo, Carmen Aristegui ofreció una conferencia de prensa vía streaming, en la cual expuso una primera postura sobre el fin de su relación de trabajo con MVS Radio, la conferencia se transmitió a través del sitio Aristegui Noticias y fue vista por más de 78 mil personas.
Aristegui manifestó que la manera en que cesaron sus relaciones de trabajo “nos hace pensar en una injerencia gubernamental” agregó que de no funcionar el diálogo, no descarta la posibilidad de acudir a la vía legal, sin embargo pidió “dar vuelta a la página” y evitar los tribunales. “Está echada una maquinaria autoritaria. Hay quien está decidido a la opresión. La falta de libertades significaría una sumisión que no queremos que en México exista”.
Durante la conferencia se realizaron algunas preguntas por redes sociales:
— ¿Existen Propuestas claras para dar continuidad al proyecto? ¿Te han amenazado?
—Probablemente sí hay proyectos. No negamos la importancia de las propuestas que nos han hecho. Han planteado el IMER, Canal del Congreso o si podemos hacer nuestro propio proyecto con nuestro dinero. Agradecemos todas las propuestas. Creemos que nuestra tarea e inteligencia debe estar en no perder un espacio que hemos construido a lo largo de 6 años (en MVS).
— ¿Fue un golpe tras revelar la Casa Blanca?
—Apunta a que así es. La violencia y manera violenta en que hicieron esta serie de sucesos cuyo único objetivo era la ruptura y aniquilación del equipo de noticias y era una especie de revancha tras el reportaje. La Casa Blanca es una investigación que se conoce ampliamente. Los periodistas hicieron lo mejor que podíamos hacer.
—Después de esto ¿Cuál es el destino del periodismo mexicano durante el sexenio?
—Contará en algo lo que sucede en nuestra historia. Si nosotros perdemos, si no podemos regresar, si la justicia no nos ampara, habremos perdido los periodistas en general. Será una señal que no contribuirá una mala noticia para nosotros. La sociedad debe estar muy pendiente de lo que nos pase porque de eso dependerá su información, libertad editorial. ¿Qué va a pasar? En buena medida depende de nosotros empezando por la sociedad.
Epílogo
A final de cuentas no solamente pierden los periodistas y la empresa, sino que nosotros la sociedad en su conjunto somos el gran perdedor. El periodismo de Carmen Aristegui nunca fue del agrado todos, incluso se le pudo señalar sesgos temáticos o insuficiencia de fuentes. En cualquier caso era un periodismo libre, público y lo más importante, era un periodismo crítico.
El día a día de quienes escuchaban o veíamos a Carmen Aristegui por las mañanas es confuso e incierto, Carmen se había vuelto parte del ritual del alba; del despertar, del desayuno, del trabajo. Ahora surgen preguntas como ¿y ahora a que medio seguir? ¿Dónde está Carmen? ¿Qué proyecto surgirá?
Al censurar a Aristegui regresamos al sexenio del presidente Luis Echeverría y “el golpe a Excélsior”, el reprimir medios que no sean complacientes con el gobierno es una clara característica de los Estados Totales (por no decir totalitarios).
En 1976 los periodistas expulsados de Excélsior se reagruparían en una nueva revista que perfilaría un nuevo camino para hacer periodismo de investigación y crítica en México, el nombre de la revista aún no se decidía; .Julio Scherer proponía Información, Miguel Ángel Granados Chapa se inclinaba por Respuesta y Vicente Leñero optaba por Expresión. Proceso fue sugerencia de Enrique Maza.
El guión dramático
La historia se vuelve a repetir, el viejo guión que se empleó en Excélsior, ahora se reutiliza con Aristegui. Podremos pensar que regresamos al autoritarismo, a la instauración de modos y maneras de un régimen que creíamos superado. Es deber de la sociedad estar informados y seguir el desarrollo de este suceso; un acontecimiento mediático de grandes magnitudes.
Si nos detenemos a revisar la historia podremos percibir que “el golpe a Excélsior” marcó un punto de quiebre en el periodismo mexicano. Y en contra de todos los pronósticos, surgieron medios independientes que llegaron a reinventar los formatos periodísticos: Julio Scherer con Proceso y Manuel Becerra Acosta con Unomásuno constituyeron las bases de un nuevo periodismo, el “periodismo moderno mexicano”. Ahora, nuevamente se ha golpeado el periodismo, lo justo sería que un nuevo proyecto mediático e independiente resurja de él.