el arte como puente entre naciones
Quinto aniversario luctuoso del pintor, ceramista, dibujante, vitralista y escultor
L os atardeceres rojos y los días lluviosos, brincar en los charcos y ver el reflejo del cielo en el agua, eran los recuerdos que tenía de su infancia el pintor Luis Nishizawa (2 de febrero, 1918-29-29 septiembre, 2014), quien fue hijo de Kenji Nishizawa y de María de Jesús Flores y según lo describieron personas allegadas a su familia, “era un niño retraído al que solo le gustaba dibujar”.
El pintor, ceramista, dibujante, vitralista y escultor mexiquense mencionaba que su primer contacto con la pintura fue a los dos años de edad. Después de aprender el oficio de joyero “un buen día mi padre, que era muy comprensivo, me dijo: ‘tú ya no trabajes y dedícate a estudiar lo que te gusta’. Vi la gloria y, desde entonces, me dedico a la pintura”.
Nishizawa Flores comenzó a sumergirse en el mundo de las artes al iniciar estudios de música bajo la guía de Rodolfo Halffter, para después ingresar en la Academia de San Carlos en 1942.
Influenciado por Julio Castellanos, José Chávez Morado, Alfredo Zalce y Benjamín Coria, en 1947 se tituló como maestro en Artes plásticas; dos años más tarde, al lado de su profesor, José Chávez Morado, Nishizawa formaría parte del grupo que fundó el Taller de Integración Plástica (TIP) en 1948.
Conocido por su personal estilo dentro de la figuración en el arte, que parte de un exquisito realismo hasta un expresionismo con una importante carga de la cultura oriental, evidencia sus raíces mexicanas y japonesas.
A lo largo de su trayectoria, su estilo probó las diferentes tendencias y corrientes, como el expresionismo, el realismo, el surrealismo, el paisajismo, el gestualismo, el muralismo, el abstraccionismo y el figurativismo, razón por la que se entienden las múltiples técnicas pictóricas de Nishizawa.
Fue ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Bellas Artes en 1996, pero principalmente uno de los reconocimientos importantes es el que le otorgó Japón al nombrarlo Tesoro Sagrado del Dragón.
Entre las piezas más representativas destacan. Nocturno, Mirasoles, El sueño del niño bobo, La pasión de Iztapalapa, Retrato de María, Mi hijo Gabriel, Mi pequeña Adriana y Autorretrato y un mural de cerámica realizado en Keisei, Japón.
Para algunos especialistas su obra más representativa es El aire es vida, en el Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS; Un canto a la vida, en la Unidad del ISSSTE en Celaya, Gto.; El lecho del universo, en el Museo de Arte Moderno del Centro Cultural Mexiquense, Estado de México; y El espíritu creador siempre se renueva, en la estación de tren Keisei en Japón.
Han formado colecciones de sus obras en el Museo de Arte Moderno, Museo de Arte Carrillo Gil, Museo Nacional de la Estampa, así como en el Museo de Arte Moderno del Centro Mexiquense de Cultura, en el Estado de México, y en Japón, en el Museo de Arte Moderno de Kioto, Museo Shinanu Nagano, Museo de la Cultura de la Cía. Mitsubishi, y en el Museo de la Estampa Mexicana, en Bulgaria. También tiene obras en la Colección Bancomer, Comermex, Cía. Resistol y en colecciones privadas de México, Japón y EU.
Museo-Taller Luis Nishizawa
El Museo –Taller Luis Nishizawa Flores, ubicado en Toluca, fue inaugurado el 16 de diciembre de 1992, reconocimiento a su vasta creación plástica. La institución tiene la misión de difundir la obra del maestro (óleos, acuarelas, grabados, mixografías, vitrales y un mural), apoyar el fortalecimiento de la cultura en la entidad y en el país e impulsar la educación a través de un taller de arte plástico donde se imparten cursos intensivos de diferentes especialidades y donde el mismo Nishizawa se dedicó a formar nuevas generaciones.