L a poesía de Elías Nandino (19 de abril, 1900-2 de octubre, 1993) representa la dualidad entre la exactitud de las ciencias médicas y el abismo lírico de la poesía. La precisión quirúrgica en sus versos es la secuela de sus rimas entreveradas por experiencias clínicas que, invariablemente, lo llevaron por pasajes oníricos, necrológicos, metafísicos y noctámbulos, los cuales dan cuenta de su condición humana, pero también artística.
Médico de profesión y poeta por vocación, Nandino fue uno de los iconos del modernismo mexicano del siglo XX y miembro de los Contemporáneos. La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, conmemoran el 120 aniversario de su natalicio.
La vida literaria del autor de Espejo de mi muerte (1945) inició a sus 22 años, cuando editó la revista Allis Vivere, dedicada al sector estudiantil de Guadalajara. El éxito de esta publicación le abrió las puertas con escritores de la talla de Xavier Villaurrutia y Salvador Novo, de los Contemporáneos. Formó parte de este grupo fundado en 1928 con la creación de la revista homónima, la cual impulsaba la crítica literaria y el primer involucramiento con el arte vanguardista.
“Del grupo de Contemporáneos es curiosamente quien tuvo más proyección y apetito metafísico y ontológico, si exceptuamos por supuesto Muerte sin fin (1939) de José Gorostiza y algunos poemas de Villaurrutia. Solamente hasta el fin de su carrera, en Erotismo al rojo blanco (1983), Nandino tuvo un acercamiento más visible al cuerpo que muchas veces operó con gran destreza, como lo hizo en su consultorio”, explica en entrevista el poeta Hernán Bravo Varela, premio nacional de Poesía Joven Elías Nandino 1999 por Oficios de ciega pertenencia.
Sin embargo, la vida y obra del autor de Espiral (1928) va más allá de su pertenencia a Los Contemporáneos. “Poemas de Nocturna suma (1955) y Erotismo al rojo blanco nos hablan de su raza polifacética”, agrega.
En los años cincuenta, el autor de Todos mis nocturnos (1988) dirigió Estaciones. Revista Literaria de México que tuvo como propósito ser un reflejo de lo más relevante de la literatura nacional. Dos décadas después entró en la última fase de su carrera, en la que incorporó matices eróticos en sus versos.
“Desembocó en toda una generación de poetas que fueron marcados por el liderazgo moral, estético y poético de Elías Nandino. En el centro de ese taller que impartió, cuando ya rondaba los 80 años, se unieron autores hoy importantes de la poesía mexicana contemporánea, como Jorge Esquinca, Raúl Bañuelos, Ricardo Yáñez, Miguel Ángel Hernández Rubio El Mike, Felipe de Jesús Hernández Rubio y Rafael Torres Sánchez”, concluye Hernán Bravo.
El Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino fue convocado por primera vez en 1975 por el INBAL y el gobierno de Jalisco con el objetivo de estimular el trabajo literario de las y los jóvenes escritores mexicanos. Han obtenido este reconocimiento Bruno Montané, José Manuel Pintado, Vicente Quirarte, Víctor Manuel Cárdenas, Marco Antonio Jiménez, Daniel González Dueñas, Benjamín Valdivia, Lucía Rivadeneyra, Félix Suárez, Roxana Elvridge-Thomas, Luis Medina Gutiérrez, Carmen Nozal, Luigi Amara, María Rivera, Luis Jorge Boone y Karen Villeda, entre otros.
De filias editoriales
Elías Nandino estudió primero en la Escuela Nacional de Medicina. Fue editor y director de Estaciones, Cuadernos de Bellas Artes, Allis Vivere, México Nuevo y Campo Abierto, y miembro de las sociedades de Traumatología de la Cruz Verde y de Cirugía del Hospital Juárez.
Colaboró en publicaciones como América, El Universal Ilustrado, Metáfora, Summa y Xallixtlico. Obtuvo los premios Nacional de Ciencias y Artes 1982, en el rubro de Lingüística y Literatura; Nacional de Poesía de Aguascalientes 1979, y Jalisco 1981, así como la Medalla José Clemente Orozco 1989.