La Ópera de Pekín: Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad
Palacio de Bellas Artes: 11 y 12 de agosto a las 20:00 horas
Considerada una de las compañías de mayor tradición y veneración en China y de gran admiración en el mundo entero: la Ópera de Pekín, que, para beneplácito del público mexicano, ofrecerá una de sus mejores obras escénicas: La leyenda de la serpiente blanca, bajo la dirección de su titular, Tian Yonggang, el jueves 11 y el viernes 12 de agosto a las 20:00 en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
El evento forma parte del programa de actividades internacionales del Instituto Nacional de Bellas Artes (Inba)
Apreciar y admirar a la auténtica y legendaria Ópera de Pekín fuera de China es una oportunidad única, ya que si bien se trata de una forma de arte de la que muchos han oído hablar, pocos han tenido la ocasión de disfrutar.
La Ópera de Pekín interpreta fundamentalmente música, pero combina igualmente teatro, danza, artes marciales y acrobacias, lo que la convierte en una de las más multifacéticas formas teatrales del mundo.
Su tradición se transmite mediante la enseñanza impartida por maestros a alumnos, gracias a la cual van adquiriendo competencias básicas por conducto de métodos de instrucción oral, observación e imitación.
La Ópera de Pekín es considerada una expresión del ideal estético del arte en la sociedad china tradicional y sigue siendo, hoy en día, sumamente apreciada. En 2010 fue incluida en la lista de Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y las Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).
En su visita a México, la Ópera de Pekín escenificará uno de los espectáculos más atractivos para el público de otros países: La leyenda de la serpiente blanca, basado en la leyenda china que ha inspirado varias obras de teatro, películas y series de televisión en el país asiático.
La obra cuenta la historia de amor del joven erudito Xu Xian y una hermosa mujer, sin saber que detrás de su rostro se esconde en realidad una milenaria serpiente blanca que ha tomado forma humana. Un monje llamado Fa Hai, envidioso de ese amor, construye una serie de obstáculos para separar a la pareja. Después de soportar muchas pruebas y tribulaciones, la serpiente blanca y Xu Xian finalmente se unen en matrimonio.
En la representación participan privilegiados actores, quienes han recibido a lo largo de varios años una estricta formación para ser dignos representantes de la Ópera de Pekín: Fu Jia (serpiente blanca), Zhang Bing (Xu Xian) y Bai Weichen (serpiente verde).
También forman parte del elenco Lyu Kunshan (barquero), Tan Shuai (Fa Hai), Zhu Lingyu (hada venado), Wang Yuzhou (hada grulla), Zhang Yaning (pequeño monje), Wang Yuzhou (mensajero de Buda), Zhu Lingyu (Dios de Jinjia), Yan Shiqi (Dios del Sur) y Ma Along (Wei Tuo). La producción es de Han Yu.
Si bien la Ópera de Pekín tiene cerca de 200 años de historia, existen otros tipos de ópera china que surgieron antes, como la ópera Kun, que data del siglo XIV. En lo que al género pekinés se refiere, nació en 1790 cuando varias compañías de las provincias de Anhui y Hubei llegaron a la capital para hacer representaciones con motivo del 80º aniversario del emperador.
Con el paso de los años, la Ópera de Pekín se fue formando a través de la combinación de diferentes estilos musicales y técnicas teatrales. Contrario a lo que se piensa, este género nunca ha sido una forma de arte exclusivo, ya que desde el principio lo apreciaron tanto la corte imperial como el propio pueblo, con lo que se generó una amplia audiencia de todos los estratos sociales.
En un principio, solo a los hombres se les permitía participar en las representaciones, y fue hasta la década de 1870 cuando las mujeres comenzaron a hacer su aparición en las mismas, aunque los varones siguen teniendo una gran popularidad.
De 1860 en adelante, numerosas compañías se expandieron por toda China y a finales del siglo XIX la ópera de Pekín se había convertido en el género operístico más aclamado del país, convirtiendo a la ciudad en el centro de la escena teatral, la parte más activa de su vida cultural, con lo que además pasó a ser el hogar de multitud de famosos artistas del género.
Originalmente, la ópera de Pekín se representaba en xiyuanzi, o patios de té, donde el público se sentaba en bancos mirándose unos a otros y los clientes pagaban únicamente por el té y no por el espectáculo. Esta ópera no era más que un mero entretenimiento y las representaciones podían llegar a tener una duración de hasta 12 horas.
Esto cambió con la aparición de los llamados teatros de estilo antiguo, en los que los espectadores se sentaban de cara al escenario. Hasta 1931, el auditorio estaba dividido de modo que los hombres se sentaban en las plateas y las mujeres en el paraíso (el más alto de los pisos), y no fue sino hasta el periodo de la República de China (1911-1949) cuando los teatros se transformaron y se volvieron comparables a los escenarios occidentales.
Una de las más grandes figuras de la Ópera de Pekín ha sido Mei Lanfang (1894-1961), primer actor en actuar con la compañía en el extranjero, en papeles tipo dan (femenino). De su estilo surgió toda una nueva escuela de interpretación.
A partir de los años veinte del siglo pasado, Mei Lanfang visitó países como Japón y Estados Unidos, donde consiguió un gran éxito. Desde entonces, la Ópera de Pekín se ha presentado a lo largo del mundo y ha sido la punta de lanza del intercambio cultural entre China y el extranjero.