“degeneradas”

El Coro de Madrigalistas
interpretará obras

de Mahler, Mendelssohn,
Ilse Weber y Gideon Klein

La agrupación musical se presentará en Sala Manuel M. Ponce y en el Salón de Recepciones del Munal; 13 y 15 de marzo, respectivamente

  E  n el marco del ciclo Los colores de la voz, el Coro de Madrigalistas, bajo la dirección de Carlos Aransay, ofrecerá el programa Música degenerada / Entartete Musik, dedicado a las obras de algunos compositores que fueron perseguidos y prohibidos por la Alemania nazi, como parte de la conmemoración por los 80 años del comienzo y los 75 del final de la Segunda Guerra Mundial y la liberación de los campos de concentración.

Los conciertos se realizarán los días 13 y 15 de marzo a las 18:00 y 11:30 horas, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y en el Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte (Munal), respectivamente.

En ambos recitales, el coro fundado en 1938 por Luis Sandi, estará acompañado del dúo Shtetl Klezmer, integrado por el violinista Abraham Rechthand y el clarinetista Narciso Bautista, así como del guitarrista Gerardo Matamoros y el pianista Sergio Vázquez.

El programa de ambos conciertos se dividirá en tres partes. En la primera, titulado Apresados en campos de concentrados y ejecutados (Terezín) se interpretarán las piezas Ich Wandre Durch Theresienstadt (Paseo por Theresienstadt), de Ilse Weber (1903-1944); Bachuri Le’an Tisa (Mi niño, ¿a dónde vas?) y Aby nás Pán Bush miloval, de Gideon Klein (1919-1945); Al S’Fod (No te lamentes), de Pavel Haas (1899-1944); Jome, Jome y Ura, ura, Jissrael, de Viktor Ullmann (1898-1944), y Marcha, Canción de cuna y Marcha final de la ópera infantil Brundibár, de Hans Krása (1899-1944), así como Klezmer, Sherele y Die Heyser Bulgar, canciones que son del dominio público.

La segunda parte del programa, nombrada Borrados de la historia, la conforman las obras Ich bin der Welt Abhanden Gekommen (Me he retirado del mundo) de las canciones Rückert-Lieder, de Gustav Mahler (1860-1911); He that Shall Endure to the end (Quien resiste hasta el final, será salvado) y He, Watching Israel, Slumbers not, nor Sleeps (Mirad, el que guarda a Israel no duerme) del oratorio Elijah, compuesto por Felix Mendelssohn (1809-1847); Klezmer, de autor desconocido, y Reb Itzik’s Nigun, cuyo arreglo hizo Itzhak Perlman.

Exiliados y prohibidos por el Tercer Reich se titula la última parte del programa, la cual la integran las piezas Ballade vom Ertrunkenen Mädchen (Balada de la doncella borracha) y Cruz funeraria de Un réquiem berlinés, compuesto por Kurt Weill (1900-1950) y Bertolt Brecht (1898-1956); y Cuatro canciones eslovacas, Zadala Mamka (Canción de boda), Naholi, naholi (Canción de los cosechadores de trigo), Rada pila, Rada Jedla (Canción de Medzibrod) y Gajdujte, Gajdence (Danza), de Béla Bartók (1881-1945).

Asimismo, la integran La biche (La cierva) y Puisque Tout Passe (Ya que todo pasa) de Six Chansons (Seis canciones) de Rainer Maria Rilke, original de Paul Hindemith (1895-1963); There was an old Lady of France / Había una anciana de Francia y There was an old Man in a Tree / Había un anciano en un árbol de Three Nonsense Songs (Tres canciones sin sentido), de Mátyás Seiber (1905-1960); Schein uns, du Liebe Sonne (Ilumínanos, amado Sol) de Drei Deutsche Volkslieder (Tres canciones populares alemanas), de Arnold Schoenberg (1874-1951); Prayer (Plegaria), de Erich Korngold (1897-1957); y Versunken (Sumergido) y Der Holdestein, de Franz Schreker (1878-1934).

En entrevista, Carlos Aransay señaló que el término música degenerada es peyorativo. Es exactamente el nombre que el gobierno de Hitler puso a todos aquellos músicos y obras que le parecían inaceptables. En 1937, por ejemplo, se organizó una exposición sobre arte “degenerado” y curiosamente todo era arte hecho por judíos y por minorías, como gitanos, homosexuales y otros grupos, recordó.

Un año después, agregó el director del Coro de Madrigalistas, se realizó una exposición titulada Música degenerada. A 82 años de ese suceso, lo que se busca con este concierto es recordar esas composiciones, que lejos de ser tristes, revelan alegría y emotividad.

Respecto de la primera parte del programa, dijo que son de compositores que son casi desconocidos para la mayoría de la gente. En su mayoría son autores checos, provenientes de Praga, llevados con engaños a los campos de concentración, principalmente Terezín, ubicado a una hora de la capital.

Como se sabe, en esos lugares las condiciones eran pésimas. Los nazis grabaron un video para la Cruz Roja en el que mostraban todo lo contrario de lo que realmente sucedía. Luego del video, los prisioneros fueron enviados a Auschwitz y a otros campos de concentración, donde murieron estos compositores jóvenes, junto a miles de judíos, comentó.

Aransay indicó que varios de estos músicos fueron perseguidos por el régimen, por lo cual escondieron sus obras con familiares y amigos o con editores. Sin embargo, aunque mucha de esa música se perdió irremediablemente, sobrevivieron algunos manuscritos.

Parte de esa música se encontró en los campos de concentración. Con la llegada de los aliados, los materiales fueron descubiertos en el suelo, junto a miles de objetos de todo tipo.

“Se sabe que el campo de Terezín contaba con una orquesta y un coro de adultos, debido a que aquí se trasladaron a muchos artistas que, aunque jóvenes, prometían mucho; a ellos se les permitió crear música, de ahí que con el triunfo de los aliados se hayan encontrado muchos fragmentos de partituras”.

La mayoría de esas obras se escucharán por primera vez en México. Carlos Aransay manifestó el gran interés que tenía por presentar un concierto con piezas de estos autores, debido a que estudió en la República Checa y su cultura lo cautivó. “Es un tema que he investigado durante años para rescatar este tipo de música y hacer transcripciones para coro de algunas obras”

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