Les Ballets Jazz de Montréal. Quebec presente en México

BJM

Aún con la grandeza y añoranza de sus mejores tiempos, El teatro de la Ciudad, Esperanza Iris mantiene ese ambiente de glamour y la sensación de que en sus pasillos se puede encontrar  a Nahui Ollin,  a Pita Amor o a la misma Esperanza Iris, que canta  mientras invita a todos a entrar.

En un semisueño, repentinamente salen corriendo los bailarines altos, de piel porcelana y cuerpos poderosos que concurren en el escenario del teatro; esta noche le pertenece a  Les Ballets Jazz de Montréal, los ejecutantes canadienses  rompen con el canon  de la danza clásica, al mismo tiempo que  fusionan danza  contemporánea y la rítmica del jazz,  ellos hacen presencia, proyectan un lenguaje de cuerpo a cuerpo entre el colectivo de bailarines y la empatía con el público.

El reloj marca las ocho con  quince minutos, anuncian las últimas llamadas para dar comienzo con la función; como marca el programa –de mano- el telón sube. La música in crescendo, la melodía clásica inunda la sala.

La fuerza del movimiento que  ejecuta la primera pareja asemeja a una pequeña ave en el cielo, él, su pareja, la toma con tal facilidad  que parece que flotan en el aire, en tanto  se funden en un abrazo;  muestran una técnica depurada de los grupos  quebequenses, reflejo de años de trabajo y preparación.

Zero In On,  la primera interpretación de los bailarines dura escasos minutos pero  provoca que  los ojos de los espectadores se humedezcan.

Les Ballets jazz de Montreal presenta tres coreografías, Zero In On, o bien, como explican sus creadores Cayetano Soto y Louis Robitaille “Zero in on/someone, something: to start to give all your attention to a particular person o thing” (Concentrarse en algo o en alguien: poner toda tu atención en una persona o cosa en particular) la música por Philip Glass con la melodía The opening, Rouge por parte del también coreógrafo  Rodrigo Paderneiras, con música de los Hermanos Grand y la última, Harry, en la cual se interpreta jazz y folk israelí que está a cargo del director- coreógrafo Barak Marshall.

Luego de la pausa los bailarines ejecutan Rouge, una pieza  estilo contemporáneo; los suspiros de una mujer –de una grabación-  se escuchan fuerte paralelamente  baterías, silbidos, gemidos, tambores y violines, incrementan los movimientos de los  bailarines y propician una mezcla particular de vueltas y saltos de cuerpos  arrojados al suelo con tal fuerza que de un momento como un resorte se ponen  de pie. La coreografía sigue en desarrollo, el lenguaje de los cuerpos en pleno movimiento.

Rouge, es una “oda a la resiliencia” así como un discreto homenaje a los pueblos originarios, en la que el coreógrafo Rodrigo Paderneiras examina el choque cultural y la lucha de poder entre los dominadores y dominados en toda la conquista, una pieza estremecedora, de enorme fuerza dramática en la cual la música de Los hermanos Grand  adquiere gran importancia.

Posteriormente bajan las luces para dar lugar  a los siguientes ejecutantes, se escuchan aplausos, luego gritos que aclaman la analogía de los danzantes con agiles siervos que corren por el escenario  bajo una capa de luz roja. Ahora solo se observan sombras, cuerpos moviéndose con fuerza en el piso, brazos extendidos, y rostros hacia el cielo.

En la sala se percibe una agitación colectiva, tanto de los artistas ejecutantes como de la audiencia asistente esa noche al Teatro de la Ciudad.

La tercera llamada inicia con  Harry, una coreografía con base de jazz, salen al escenario once bailarines. Esta pieza es musicalizada con Jazz y Folk Israelí.

Harry, el protagonista debe desafiar conflictos existenciales y físicos, nacidos de la interacción con la sociedad; en esta, los dioses se hacen presentes, Zeus y Hera mandan una guerra a los mortales en donde la lucha y el amor verdadero después de presenciar tantas tragedias triunfa. Ollas, humo blanco, globos rojos que representan bombas y una bandera, acompañan la escenografía que viste la última presentación.

“La vida es una lucha constante, en la que nos enfrentamos permanentemente a conflictos culturales, de género y especie” es así como el coreógrafo americano- israelí Barak Marshall presenta su obra. Los bailarines sorprenden con algunos diálogos en español, los ejecutantes no solamente bailan, sino actúan, hablan. La compañía visita México luego de un recorrido por 66 países.

El público ovaciona de pie, en tanto los bailarines agradecen, el colectivo en su conjunto contesta con una reverencia. Les Ballets Jazz de Montréal finaliza su participación dentro Festival del Centro Histórico en la Ciudad de México.

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