Elogiada por la prensa especializada, la reciente película de Julio Hernández Cordón abre el 36 Foro Internacional de la Cineteca Nacional
Una ficción inquietante que roza los temas de las desapariciones y el narcotráfico a través de la historia de dos amantes skaters que surcan la ciudad
Somos nuestra generación / Somos nuestro ahora / Somos nuestro propio monstruo / Y aun así nos seguimos queriendo”, rapea un joven dentro de una tienda de patinetas. Improvisa sobre el sentir de su edad y de su tiempo. Así un solo fragmento de Te prometo anarquía (2015), historia que refleja la persistencia y la vida de la juventud en medio de violencia y crisis de la Ciudad de México, un filme que forma parte del 36 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.
Miguel y Johnny son amigos y amantes, se conocen desde la infancia y pasan el tiempo patinando con sus amigos en las calles de la Ciudad de México. Se dedican a pasarla bien. Para ganar dinero fácil y seguir patinando venden su propia sangre a un contacto clandestino. La actividad se convierte en negocio, hasta que una transacción grande no resulta como ellos imaginaban.
Este es el quinto largometraje del director y guionista “mesoamericano” (como él mismo se hace llamar), Julio Hernández Cordón, quien alcanzó reconocimiento por su segundo filme Las marimbas del infierno (2010), con el cual se hizo con el premio a Mejor Película en el Festival de Morelia. Con Te prometo anarquía formó parte de la cosecha exitosa de filmes latinoamericanos en el 2015, con presencia y reconocimiento de la crítica y el público en festivales como San Sebastián, Locarno, Toronto y La Habana.
Hernández Cordón es también el guionista de esta historia que con su título apela al espíritu contestatario de los chavos en patineta de la ciudad. A pesar de la carencia de espacios y oportunidades, o qué tan virtuosos sean, los skaters hacen suya la urbe rodando a contra corriente de las reglas.
Como ha declarado en múltiples ocasiones el realizador, Te prometo anarquía se arma como una amalgama de “film noir” y docuficción: Por un lado muestra una trama de criminales de poca monta, chicos que juegan en el bajo mundo pero no tienen la agudeza o el colmillo para ello. Y, por otro lado, se muestra como un cine muy natural, sin maquillaje ni artificios formales, que además tiene por protagonistas a dos actores no profesionales, Diego Calva Hernández y Eduardo Martínez Peña.
Durante la función de prensa del filme en la 13ª edición del Festival Internacional de Cine de Morelia, Hernández Cordón compartió que, a pesar de tocar temas como el narcotráfico, y las desapariciones, no deseaba hacer una película panfletaria. “Quería hablar sobre este México bronco, las guerras que estamos viviendo, de las que no se habla oficialmente pero de la cual hay demasiadas víctimas, y sobre todo hablar de las desapariciones, que para mí lo más fuerte de las desapariciones es la gente que los está buscando y toda la impunidad que gira alrededor”, sostuvo.
Sobre la estética del filme, Stephen Dalton destaca en Hollywood Reporter la fotografía de María Secco que, junto a la dirección de Cordón consigue “varias juegos visuales atractivos, empapando escenas eróticas en luz roja y prolongando con ensoñadora cámara lenta largas tomas de skaters ondeando por las calles de la ciudad”. También señala el logrado soundtrack de la película por estar lleno de “gemas musicales que van de bandas vintage de rock alternativo, como Galaxie 500, a extraordinarias versiones en español de clásicos del pop, como Sunny por Los iracundos”.
De origen estadounidense, Julio Hernández Cordón nació en 1975 en Carolina del Norte pero fue criado en México, Guatemala y Costa Rica. Estudió realización cinematográfica en el CCC y debutó como director con su cortometraje KM 31 en 2003.