Todo el mal de este país se lo debemos a la corrupción y a nuestra falta de educación (sin duda la primera existe por falta de la segunda). Como habría de esperarse, el cine en nuestro país no puede despuntar por estos dos hechos. Recordemos un antecedente que sin duda involucra la mala fe de Estados Unidos y la corrupción de nuestro país.
En el 2002 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) promovió ante el Congreso lo que se conoció como “el peso en taquilla”, es decir los exhibidores (los cines) tenían que recaudar un peso por cada boleto vendido en salas cinematográficas del país, con esto se esperaba recaudar entre 130 y 150 millones de pesos anuales. Tal iniciativa fue aprobada, sin embargo el 9 de diciembre la Cámara Nacional de la Industria
Cinematográfica (Canacine) apoyada por la Confederación Nacional de Cámaras Industriales (Concamin), en defensa de los intereses de las grandes distribuidores estadounidenses y de las más importantes cadenas de exhibición, publicaron un desplegado en el que rechazaban dicha iniciativa.
La iniciativa fue apelada por una comisión encabezada por el panista Fauzi Hamdan, en donde argumentaba un dictamen negativo sobre dicha iniciativa, con la cual consiguió el voto de ochenta senadores rechazando la propuesta. Sin embargo, el senador Javier Corral consiguió que la Cámara de Diputados (adonde ya se había enviado el rechazo) regresara la minuta para volver a ser sometida a votación. Finalmente la iniciativa fue aprobada.
Ahora el problema no era la falta de recaudación o la falta de ley, era las grandes cadenas de exhibición y las distribuidoras estadounidenses. El 8 de enero del 2003 el presidente Vicente Fox recibió una carta de Jack Valenti, el presidente de Motion Pictures Association of America (MPAA) en donde le advertía que de seguir con esta recaudación “se cancelaría la inversión extranjera en la producción de nuevas películas en México, además […] de que este impuesto causaría un mal servicio a un importante sector cultural”.
La situación no quedó en amenazas: “tres semanas después Steve Solot, el vicepresidente de la MPAA para América Latina, se presentó, acompañado de un abogado, en la oficina de la presidenta de Conaculta para anunciarle que todas las empresas distribuidoras estadounidenses con oficinas en México iniciarían procesos de amparo en contra del “peso en taquilla”, porque era una medida que favorecía al cine mexicano, lo que iba en contra de los principios de libre mercado”. ¿Qué tendría de malo favorecer a nuestro cine? ¿Acaso en Estados Unidos no se ven favorecidos por su país?
Después de una largo proceso legal, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en diciembre del 2004, anuló por unanimidad la recaudación del peso en taquilla, ¿pueden creerlo? Pudo más el abuso de las distribuidoras estadounidenses y el de los exhibidores que un proyecto nacional de cine y no sólo del cine, sino de la cultura.
1 Carlos, Taibo, Manual básico de producción cinematográfica, México, IMCINE, 2011, p. 73.
2 Op. cit.