En el concierto 24 de la Orquesta Sinfónica Nacional, agrupaciones de danza clásica, folclórica y contemporánea del INBAL conmueven al recinto y al público
L as expresiones artísticas y culturales del país se conjuntaron en el Palacio de Bellas Artes para celebrar una auténtica fiesta mexicana que logró conmover hasta los cimientos del inmueble y al numeroso público que se dio cita en el recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura.
Música, danza y el canto mexicanos tuvieron un gran encuentro para celebrar el 85 aniversario del Palacio de Bellas Artes, los 60 años de presentaciones ininterrumpidas del Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández en este recinto, y los 120 años del nacimiento del compositor mexicano Carlos Chávez, este viernes por la noche en la Sala Principal donde los asistentes admiraron a más de 150 artistas en el escenario.
El concierto número 24 de la Temporada de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) fue el marco para el potente y vistoso colorido desplegado en el escenario por la Compañía Nacional de Danza (CND), el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernández (BFM), el Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) y el Ensamble Coral Cuicatl, agrupaciones todas ellas cobijadas por la Secretaría de Cultura federal a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, motor de este proyecto que despertó azoradas exclamaciones del público.
La fiesta inició con el estreno mundial de la versión completa del ballet Pirámide, obra que el compositor Carlos Chávez plasmó en una partitura y dedicó a Amalia Hernández en 1968. Escrita en cuatro movimiento (Caos, Los dioses, Los elementos y Los hombres), el primero fue una grabación sonora de tintes contemporáneos; el segundo, un canto coral con reminiscencias prehispánicas (con Rodrigo Cadet y Rufino Montero en la dirección) y los dos siguientes una intrépida interpretación de la OSN que trajo al escenario el sonido de instrumentos aztecas, como las flautas, el teponaztle y tambores.
Ceremonia ritual, fiesta del espíritu, la celebración dio paso a una serie de sones de Michoacán y de la época de la Revolución que fueron ejecutadas naturalmente por la OSN con su director artístico, Carlos Miguel Prieto, al frente, y por diestros y elásticos bailarines del Ballet de Amalia Hernández, de la Compañía Nacional de Danza y del Ceprodac. Música y danza característicos de las diferentes regiones del país hicieron que el público no dejara de aplaudir y emitir gritos festivos para acompañar cada nota y cada paso en el escenario.
Si hasta ese momento la celebración había mantenido incluso de pie al público, con el Danzón núm. 2 de Arturo Márquez la OSN llevó a los asistentes a un punto climático con claras expresiones de fascinación: en el escenario, más de veinte parejas de bailarines, ataviados con trajes típicos de la costa del Pacífico mexicano, plasmaron un cuadro fantástico pocas veces visto, aderezado por el porte y la gallardía de los bailarines y la belleza y gracia de las bailarinas.
Sin reponerse aún de ese momento de ensueño, vinieron después las notas del segundo himno nacional: el Huapango de Pablo Moncayo, acompañado de una coreografía que hizo un emocionante repaso de los más famosos bailes y danzas regionales del país, en un frenético desfile de concheros, moros, polkas, huapangos, jaranas, viejitos michoacanos, el venado sonorense y sin faltar mariachis y rumberos.
Carlos Miguel Prieto, director artístico de la OSN, y Salvador López, director general del Ballet Folklórico de México, tomaron la palabra en un breve respiro del concierto para unirse al público en los aplausos y en agradecimientos a la Secretaría de Cultura y al INBAL y sus compañías de danza. Coincidieron que cuando se unen esfuerzos artísticos los resultados son sorprendentes, por lo que hicieron votos por continuar este tipo de colaboraciones.
Y la fiesta continuó entonces. El gran final fue la interpretación del danzón Nereidas a cargo de la OSN y las compañías de danza clásica, folclórica y contemporánea participantes, de tal forma que hasta Carlos Miguel Prieto dejó la batuta a un lado y bailó el danzón con la violoncellista Martha Olvera, para cerrar el festjo con una serie de zones de mariachi.
De esta forma, la música, la danza y el canto, las máximas expresiones del arte y la cultura mexicanas tendieron lazos y compartieron la celebración de aniversario de su recinto sede: el Palacio de Bellas Artes, el Ballet de Amalia Hernández y el gran promotor cultural que fue Carlos Chávez, primer director general del INBAL.