En el Museo de Arte Carrillo Gil
Un total de 27 obras de carácter interdisciplinario, en su mayoría de arte sonoro, integran la exposición Resonancias desde el jardín de las delicias. Una experiencia aural y de entropía, con la cual México se suma a la conmemoración de los 500 años de la muerte de Hieronymus Bosch, mejor conocido como El Bosco.
Vania Rojas, directora del Museo de Arte Carrillo Gil, recinto que alberga la muestra, destacó que en este proyecto participan 24 artistas con obras basadas en El jardín de las delicias del pintor holandés, que actualmente se encuentra en el Museo del Prado.
El curador de la exposición, Guillermo Santamarina, indicó que esta muestra revisa lo que sucedió hace más de 500 años con esa pintura sumamente misteriosa, cargada de enigmas que presenta el génesis, el pecado y la decadencia del ser humano.
Pero lo hace, dijo, a través de “exploraciones en lo que son otros medios para la expresión, muy especialmente en el arte sonoro, en nuevas formas que pueden recurrir a lo que son recursos que ya conocemos, pero que están apuntalados hacia otras direcciones”.
Y es que Resonancias desde el jardín de las delicias lo mismo presenta paisajes sonoros que fotografía intervenida, pintura y escultura, además de instalaciones sonoras, prototipos mutantes, videos e instalaciones interactivas.
Todo con un proceso especial a partir de la entropía, la segunda fase de la física termodinámica que señala que si un sistema es alterado, modificado o distorsionado, ya no vuelve a ser igual, ya que después del caos surge algo nuevo.
Por ello, precisó el curador, “la exposición intenta de alguna manera también visitar la fisonomía de la pintura de El jardín de las delicias, así es un poco el recorrido, pero en cada una de las obras aparece un paisaje, un paisaje mental, una fantasía, una declaratoria distinta que en sí mismo es un nuevo cosmos”.
Una reproducción de El jardín de las delicias recibe al visitante, junto al paisaje sonoro Llixuri, pieza rica, orgánica y envolvente de Manrico Montero creado a partir de grabaciones de insectos.
El público podrá apreciar una fotografía intervenida de El jardín de las delicias realizada por Alfredo Martínez con el programa DeepDream de Google, un paisaje sonoro de Daniel Lara hecho con bocinas y lámparas a manera de jardín artificial de música y sumergirse en una capilla polifónica de Roberto Arcaute que suma rezos de 10 religiones.
Ernesto Walker presenta una escultura sonora con 216 bocinas que emiten tritonos, mientras que Ángel Sánchez participa con una instalación interactiva donde los asistentes podrán jugar con la cinta El ángel exterminador.
La pieza titulada Samba, de Adriana Salazar, muestra unos zapatos danzantes, hay un prototipo mutante donde moscas de fruta se alimentan de levadura y tinta de impresión, así como una escultura sonora que genera una sinfonía a partir de cuatro mofles y una instalación que hace el intento fallido de prender un cerillo.
Vicente Rojo Cama también participa en esta muestra con una instalación sonora hecha a partir de cilindros y espejos, y Tito Rivas hace lo propio con un muro de ladrillos que emite los sonidos grabados durante la riña en el penal de Topo Chico en febrero de este año.
La exposición concluye con un sol negro gigante de Miguel Cortés que suma todos los sonidos ambientales de la sala, los decodifica y reproduce.
Resonancias desde el jardín de las delicias. Una experiencia aural y de entropía, exposición que conjuga sonido y plástica, será inaugurada este viernes 13 de mayo a las 19:30 horas en el Museo de Arte Carrillo Gil, avenida Revolución No. 1608, esquina Altavista, colonia San Ángel, donde estará abierta hasta el mes de septiembre.