A ndalucía, España.- En La Costa del Sol donde se alberga el Museo Ruso San Petersburgo/Málaga presenta la exposición Alexéi y Andreas Jawlensky, La aventura del color, personajes del arte ruso que se descubren ante la mirada de los visitantes que se complace en las formas y el color de sus obras.
La exposición reúne la obra de los Jawlensky, padre e hijo en un diálogo peculiar y sugerente en donde vemos obras contemporáneas que nos envuelven en su colorido
Padre e hijo se presentan en un país extranjero con una exposición muy amplia que permite estudiar la obra de cada uno de ellos.
Yevguenia Petrova curadora de la exposición explica que Kandinsky y Alexéi Jawlensky compartieron amistad, paisajes y vivencias a través de una dilatada apuesta conjunta por un arte nuevo y cargado de espiritualidad tras unos primeros años de formación en la Rusia natal y una consagración artística en Alemania, país en el que Alexéi permanecerá hasta su muerte en 1941, tras dejar Rusia en 1896.
“Conviene destacar la coincidencia en las trayectorias de Kandinsky y Jawlensky padre, con indicar el impacto que ambos causaron en el Salón de Otoño, en el París de 1905, en el que los dos amigos, procedentes de Munich, son calificados de fauvistas, feroces creadores que usaban colores intensos y contundentes , extendidos como a zarpazos que quisieran terminar con la pintura impresionista y puntillista en boga, o su participación conjunta, en 1909, y en calidad de fundadores, en 1909, en la Nueva Asociación de Artistas de Múnich, o su coincidencia, en 1914, en la Nueva Secesión de Múnich, o su regreso común a Moscú con motivo del estallido de la Gran Guerra, o su participación, acompañados por Lyonel Feininger Paul Klee en 1924, en la colectiva Los cuatro azules.”
La especialista en arte ruso explica que Alexéi llegó a dominar diferentes géneros, tendencias y estilos y fue un famoso artista europeo.
Para Tayfung Belgin, indica que el papel de Alexéi en el arte del siglo XX también es importante. Su arte se centró en la idea del hombre, dentro de la cual pudo desarrollar una obra de una amplia variación. “A este tema se sumaron impresiones del paisaje, así como algunos bodegones, que, como los retratos, también están sujetos a los dictados del color”.
Mientras que su hijo Andrea seguiría un rumbo distinto, más apegado a una cierta estética más impresionista. El que creció con su padre, se relacionó desde niño con famosos artistas contemporáneos y fue capaz de conservar una mirada infantil y espontánea, peculiar y diferente a la de su padre y a la de su entorno de célebres artistas.
A Andreas le interesaba más que a su progenitor el mundo que lo rodeaba: la naturaleza, la gente y la vida. Sus obras se caracterizan por el predominio del color, del sol, del aire. Poseedor de un estilo genuino el de un repertorio temático propio, la obra de Andreas Jawlensky constituye una interesante página del arte europeo de mediados del siglo XX.