- Luriel Lavista
hoy que solo es un decir
no consiguió ni un té
hecho de roídas hojas
que solo caen en invierno
esas que cubren las láminas de asbesto
de pequeñas construcciones
que están ladeándose todo el tiempo
como si fueran flores a punto de morir,
que no tienen ningún cimiento
solo la única necesidad de cubrirse
de esta polvareda
que no deja pasar la luz
ni las risas de los niños ventrudos
que juegan a esconder el gato muerto
en los cerros erosionados
que en algún tiempo
alimentaron el aire
y ahora han sido declarados
basureros municipales
tiene un trago amargo
traído de la farmacia
con indicaciones
que escapan a su entendimiento,
pececillos plateados
y termitas se sumergen
en la cabecera de su escondite
entre consumidos amaneceres
que dibuja su frente
amplia y marchita
quita el respiro
de la botella de plástico
arroja su cabeza
aun lado de los restos
que lo mantienen
aislado del cadáver
y comienza ese murmullo
roto en el cielo
que es mayor a cualquier plegaria,
a la desembocadura
de cualquier grieta
que serpentea
y desconfigura el agua verde
estancada de la lluvia