Mi corazón recuerda a un hombre
que ha muerto.
Anais Nin
Embudo en mi boca
que crucifica el hambre
que siento por ti.
Háblame…
tus palabras son
un tránsito de planetas
zumbido de turbinas
que retumba en los oídos
en el yunque
golpeado por el martillo.
Mírame…
tus ojos me taladran
en las pupilas
permaneces virtual
como un destello
luz acuosa
estable
inmutable
indeleble
estatua yacente.
Penétrame…
una daga me abre en dos
y un colibrí sediento
escapa al alba
de tus besos ebrios.