Enfermo de enfermedad amarga
ebrio de bilis
de espuma sangre
de cólico que enmarca
dolor que escose
como látigos de hielo
en alaridos que nunca callan.
Acostado con el cuerpo desnudo
expuesto a la fiebre de tu odio.
¿Cómo soñarte si ya no sueño
con el resplandor apagado de tu memoria?
Te vislumbro lejana
emergiendo del rencor
como una voluta de comején gastado.
En el rito malsano del adiós
un par de alas
se incrustaron en mi frente.
Abril de 2009