Regalo

Pensé en qué más podría regalarte,
algo que te asombrara o distrajera de esta tierra ruin,
pero no encontré nada.

Sólo esta sensación dentro de mí:
de ser la heroína, la virgen, la todopoderosa
que cuide de ti, de tus pasos por el mundo.

De ser tu abrigo necesario para el frío,
de ser el silencio para cuando hay tanto ruido,
de ser el beso en la oscuridad cuando el mundo es desierto.

Y me admiré contigo, por ti, de nosotros dos,
del milagro explosivo y sencillo que es el amor.

Me reconocí de nuevo, contigo, así:
explosión acuática, vértigo multicolor,
barbitúrico irremplazable, adicción vital.

Deposité mis apuestas en tus ojos dorados:
tú tan lleno de gracia, de paciencia infinita,
de humanidad sin fin, tú tan del sur, tan solo, tan tú.

Y me ofrendé completa, con todas las letras
que sobreviven dentro de mí,
y me ofrendé con el corazón dispuesto,
envuelta en esta bruma roja, para ti,
en este cumpleaños, sólo para ti.

 

Acerca de Carmen Saavedra

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