Dos personas sentadas en un malecón
Un hombre con hiedras secas en los pies
Una mujer con aves en la mirada
Él descansa sus años fijos
Ella habita el umbral de lo porvenir
Los dos miran hacia el mar – en silencioUnas gaviotas azules vuelan sobre sus deseos
El cielo – un semblante cenizo
Sopla el viento y en el pueblo
alejado de la costa
las mujeres y los niños cantan
Luego lloran – luego cantan
En el malecón un hombre recuerda
en un ir y venir pausado
Una mujer sentada al filo de su espera
mira hacia el mar
Él es joven – ella parece una ilusión pasada
No hablan – ni se miran
Comienza a llover un rumor
El viento sopla con fuerza
se inclinan las palmeras
No hay nadie en el puerto
Nunca lo hubo
El malecón gime con el pesar del aire
que mece la arena aturdida
El mar se aproxima tranquilo
conmoviendo lo negro del cielo
El hombre se perdió en su andar precipitado
La mujer quedó atrapada en una ola
Él es un hombre de siglos
como trechos maduros
Ella fue eternamente joven