LAS PALABRAS

Lo escuché, y sus palabras proféticas aun retumban en mis oídos. No supe que contestar en ese momento, pero su mirada, sus gestos, sus muecas de odio, su soplido nasal, sus dientes blancos y su lengua aun perduran en mi memoria. Quedé asombrada, perpleja, mientras sus manos se movían amenazantes, como si quisieran golpearme, tomarme de los hombros y sacudirme. Casi me escupió a la cara mientras vociferaba calumnias, sus ojos parecían salirse de sus órbitas y clavarme esa sensación de culpabilidad. Avergonzada cerré los ojos, me tragué las lágrimas, incliné la cabeza mientras él masticaba palabras duras, rompía mi colección de postales y mis libros de poesía. Jamás olvidaré como se movía de un lado para otro, empujando las sillas, tamborileando las mesas. Hasta que furioso salió dando un portazo, dejando atrás un rumor sordo de premoniciones. Ahora, cuando camino por las calles vacías, con mi vestido estrecho, mis labios pintados de rouge, mis pestañas postizas cubiertas de rímel, mi falso lunar pintado en la comisura de la boca, balanceando las caderas, taconeando, fumando colillas… Mientras espero pacientemente en una esquina, recargada sobre un poste de luz neón; aun escucho sus palabras, recuerdo sus gestos y su soplido nasal.

Ramos Arizpe Coahuila 1977

las palabras
Lavarona Ilustración

Acerca de José González Gálvez

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