L as mujeres de Delvaux vagan “desnudas como serpientes” por espacios atemporales, misteriosos, oníricos. Todas guardan un secreto.
Sus ojos permanecen abiertos pero siempre miran hacia algo distante. No buscan. No parecen necesitar más que su universo interior. Están bien así, solas. Se tienen a sí mismas .
Las mujeres de Delvaux siempre están en otra parte, en el tiempo suspendido de la espera..
Lejanas, se entrecruzan, en un silencio ritual compartido bajo el entendimiento de una complicidad tácita. Cada cual con su secreto.
Su mirada es la revelación de un enigma que toca al espectador decifrar de acuerdo quizás a sus propias nostalgias y fantasmas.
Mujeres que deambulan sin temor entre la muerte con la que conviven naturalmente como un personaje más en los escenarios que cruzan.
“Mujeres desnudas con largas cabelleras de hiedra que van al encuentro de los árboles en una especie de tentativa de ósmosis pagana y carnal con la natura ante la presencia de un hombre de traje gris absorto en la lectura de su periódico con la seriedad que conviene a las gentes cuya mirada no va más allá de la vida superficial y efímera de las sociedades humanas.” ( El hombre de la calle”)
El erotismo surge como algo natural entre esos cuerpos desnudos, ajenos a lo masculino que aunque presente, permanece distante, indiferente, a veces impotente, incapaz.
Es un mundo aparte donde las mujeres, cómplices, en silencio se entienden, se arropan, se acarician, hacen el amor, con o sin la presencia del hombre, quien permanece siempre aislado, ajeno, indiferente, excluido.
La sensualidad se queda en ellas.
Los hombres que pasan tampoco buscan, no notan su desnudez, no se enciende su mirada. Permanecen concentrados en una lupa con la que buscan incansables los orígenes del universo y si las miran, es también a través de la lupa, como un objeto de estudio, de investigación, no de deseo. “Analizan lo femenino al detalle, pero no lo penetran, no lo entienden, tampoco lo sienten.”
Sabiéndose ellas portadoras de la luz, viven el instante. Dejan a los hombres la vanalidad de enfrascarse en los avances de la tecnología.
“El hombre que ronda ocasionalmente entre esas mujeres es el autorretrato disfrazado del artista simbolizando el saber, la razón, la retención, en oposición al universo de la mujer asociada a la sensibilidad, el ocio y la tentación.” Más que incomunicación entre los sexos, es para Delvaux una oposición entre dos mundos. “Ella es luz y poesía él ciencia y severidad.”
“Una sensualidad secreta pero intensa se percibe en toda la obra, pero ésta parece ser impedida, entrabada por algo que es del orden de lo no dicho, del silencio.”
En la pintura de Delvaux son raros los enlazamientos eróticos entre hombre y mujer, si no es con una estatua masculina en piedra (“Pigmaleón”), o con un árbol, o como “Leda” con el cisne, disfraz que utiliza Zeuz para poseerla.
La sensualidad lésbica en cambio, le fascina. Para él, los cuerpos femeninos desnudos, enlazados,” son un himno a la belleza de la mujer, al esplendor de su desnudez, a la coreografía del amor.”
“El autor defiende el misterio de esas situaciones enigmáticas de erotismo exclusivamente femenino. Para él este confinamiento erótico de los sexos, esta incomunicabilidad y esta ausencia de erotismo heterosexual no son necesariamente existenciales, sino generadoras de una tensión poética.”
Delvaux sitúa su arte en el terreno de la ilusión engañosa y la ficción desprovista de lo real. “Fuera de la vida, su pintura se despliega en un espacio imaginario que por alcanzar lo verdadero, renuncia a evocar lo real.”
Bibliografía:
Paul Delvaux dévoilé
Snoeck Musée d’Ixelles
Paul Delvaux
Pintor belga (1897- 1994)
Egresado de la Academia de Bellas Artes de Bruselas, incursiona en el expresionismo y después en el Surrealismo. Expone junto con René Magritte en 1936 y participa en la Exposición Internacional del Surrealismo organizada por André Breton y Paul Éluard en la Galerie des Beaux Arts,de París. Recibe el premio de la Academia picard. En 1940-42 participa en la Exposición Internacional del Surrealismo en México.
Sin embargo, Delvaux no se consideraba a sí mismo “Un surrealista”. Se ha dicho de su estilo único, que forma parte del “Realismo mágico”.
Expone en Bélgica y en Japón. Recibe el premio Rembrandt de la Fundación Goethe.
Fallece el 20 de julio de 1994, en Furnes.