Alina se vio reflejada en el espejo del camerino. A lo lejos escuchó los silbidos y los aplausos acompasados que la reclamaban en el escenario. Tocaron varias veces a su puerta. Antes de salir a escena, se palpó el vestido de satén que se ajustaba perfectamente a su cuerpo. Al levantarse el telón, el público comenzó a aplaudir, hasta que la figura de la estrella apareció caminando lentamente, se apagaron las luces, un rayo cetrino inundó el escenario convirtiéndolo en un salón de principios de siglo. Inició la música de fondo, sus primeros compases, de resonancia rápida indicaron que Alina debía girar, dar vueltas sobre si misma hasta caer sofocada sobre un sillón. Posteriormente la marcha se hizo lenta, se levantó y caminó hasta estar frente al público. Se detuvo, cerró los párpados y a base de gestos simuló estar encerrada en una crisálida, luchando por salir, únicamente para ser devorada por un dragón. Cuando terminó la música, Alina había sido completamente digerida por los jugos gástricos de un gigantesco estómago. El público aplaudió a rabiar, algunos críticos se levantaron de sus asientos para indicar su aprobación. Por esa noche la función había terminado.
Ramos Arizpe Coahuila 1977