Hoy desayuné zarzamoras silvestres
el sabor acidulado de sus semillas
eclosionó en un reguero de recuerdos.
En el diario escribí
tus visitas fortuitas.
Con delicadeza pinté
un corazón bizarro
dividido en tres ventrículos.
Recordé tus infidelidades tan disímiles
tus viajes en geografías diferentes.
Ahora dedico mis horas perdidas
al estudio anatómico de tu cuerpo
a la sutil nomenclatura ortodoxa
de tus pensamientos.
No existe brújula ni rosa de los vientos
que mida el derrotero del silencio.
Mathias Wolhberg desgarra el soneto londinense
Lee Min Wo atraviesa un pálido sol de Oriente
Jacobo Friedmann golpea la estrella de seis puntas.
Persigues el suicidio de Alejandra Pizarnick
enfebrecido
sin encontrar reposo.
En el devocionario de mis horas inconclusas
un triste corazón vacio
huele a cenizas congeladas.
Abril de 2005