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“Todos los hombres han vivido la historia del mundo, pero me siento obligado a hacer mi traducción del ser, mi propia”
Juan José Arreola
En México los pueblos se pueden entender como los lugares donde los dioses solicitaban a los sabios establecerse, con el fin de que vivieran los hombres. Los preceptos para asentarse en un lugar u otro, partían de ideas como sanidad, defensa o respeto hacia las divinidades que definían su origen. Zapotlán el Grande “tierra de frutas redondas”, un pueblo predestinado por los dioses, se encuentra al sur de Jalisco, en un pequeño valle que tiene como referentes geográficos el nevado y el volcán de Colima.
Este poblado ha aportado grandes avances en términos culturales, pero antes de ahondar en los blasones con los que cuenta, hagamos un breve recorrido por la historia de su nombre. Fue bautizado por los náhuatls con el nombre Tzapotlan, que refiere a la diosa Tzaputlatena “sin copa”. Hasta el año 1533, fue bautizado por Fray Juan de Padilla como Santa Maria de la Asunción de Zapotlán, logrando con esto desaparecer y dejar sin apariencia lo que fue antes.
En 1788 se cambio por Zapotlán el Grande y 35 años después al notar que Colima había logrado su emancipación del estado de Xalisco, los zapotlenses tenían intenciones separatistas y dieron cita al cabildo, pero este nunca resolvió la escisión. Fue hasta 1856 por orden del gobierno de Jalisco, el cambio de nombre a Ciudad Guzmán en honor al general Gordiano Guzmán defensor de la independencia de México. Por último en 1997 regreso al nombre de Zapotlán el Grande de manera oficial y definitiva, aunque la realidad en el inconsciente colectivo el nombre reconocido es Cd. Guzmán.
Si bien la historia con respecto a los nombres de este municipio ha sido muy veleidosa, en términos artísticos, como lo dijera el famoso “Charro de Huentitán” Vicente Fernández, cuna de grandes artistas mi linda Ciudad Guzmán…; esta cita es de muy cierta porque la cantera artística de Zapotlán el Grande, es basta, diversa y muy talentosa. Este municipio es forjador de embajadores de la cultura jalisciense. La poesía representada en libro “Lirio en el Valle” de Roberto Espinoza Guzmán, el fabuloso trabajo periodístico de Esteban Cibrian con un excelso articulo de “Francisco Villa en Zapotlan”, el muralismo representado por el tan afamado José Clemente Orozco con obras como “Reconstrucción” o “Katharsis” entre otros. Y no se puede dejar de mencionar a uno de los grandes promotores de la lectura y gran escritor como Juan José Arreola, con “El ultimo juglar” o “Bestiario” entre muchos más, y la parte musical con una de las grandes compositoras como “Besame mucho” o “Cachito” de la inigualable Consuelo Velazquez. Nos demuestra que estas celebridades zapotlenses y sus aportaciones son meritorias y han encumbrado y establecido Zapotlan como un bastión artístico de México.
Zapotlán el Grande sufrió transformaciones decisivas y en medio de un mundo acelerado en un proceso modernista, y de la mano de su origen náhuatl, conjuntamente con sus ideas independentistas aparecieron, como contrapunto necesario para la supervivencia como pueblo. En conclusión parafraseando a Aristóteles, enfocándolo a las artes, ¡Zapotlán el Grande es un perfecto y absoluto conjunto o comunión de muchos pueblos en uno!
