“Cuatro años y la llama bolivariana no se apaga”

En América Latina nos quieren imponer el modelo de democracia diseñado por los Estados Unidos, y al que no acepte entrar por ese carril, lo acusan de populista radical, terrorista y dictador.”

 

Hugo Rafael Chavez Frias

captura-de-pantalla-2017-03-14-a-las-17-54-28-copia
Chávez, hablando con unas personas reunidas en la Plaza Caracas el 4 de febrero de 1998, en aniversario del golpe de Estado fallido que protagonizó en 1992. / AP

Hugo Rafael Chávez Frias, a cuatro años de tu partida las encomiendas bolivarianas siguen retumbando en algunos que admiramos y revisamos tu contribución, con tu recorrido político e intelectual a través de más de una década de expresión y de toda una vida de elaboración. Sin embargo, no podemos dejar pasar la oportunidad de reflexionar sobre la trascendencia de tu pensamiento para poder comprender la relación entre saber y poder en el siglo XXI.

Hugo Chávez es sin ninguna duda el primer gran exponente del pensamiento crítico latinoamericano en el siglo XXI. Con inusitada sagacidad, fue capaz de reunir la teoría y la reflexión con la práctica política, y fue notable su capacidad para generar acciones de gobierno sustentadas en una vocación popular, nacional, latinoamericanista y humanitaria. Esto es mucho más notable si tomamos en cuenta que los años noventa fueron especialmente difíciles para la izquierda como alternativa ideológica, lo cual condujo a inventos  como la tercera Vía, que fue un método ligero para abrazar el neoliberalismo en auge, y que engendró un proceso de desnacionalización de la economía y la política en los países que participaron en el mismo.

Durante esos años en Bolivia, Argentina, España, Grecia, o en EEUU, la participación en temas políticos y económicos fue arrancada de manos de los pueblos, para ser otorgadas a los agentes de las elites financieras. La crisis sistémica que vive la economía capitalista mundial en la actualidad es la mayor expresión actual de este proceso.

Entre tanto, en Venezuela se aprobabá una Constitución que consagra la participación popular en todos los asuntos de interés nacional y, especialmente, marca la obligación de conformarse como un Estado democrático y social de derecho y de justicia, una conceptualización del Estado que directamente reta al principio liberal y que establece la necesidad de que el Estado mantenga su posición como garante de los derechos integrales de los ciudadanos. Además, se desplegaron proyectos de desarrollo económico y social , en los cuales se concentraba la formulación de líneas estratégicas que apuntaron al desarrollo integral del ser humano, dentro del horizonte de construcción de la soberanía política de la Nación y la creación de un sistema para la inclusión social.

La emergencia del concepto de socialismo del Siglo XXI fue el resultado de la búsqueda de proporcionar un horizonte teórico a las acciones del gobierno en el contexto de vacío ideológico impulsado por el neoliberalismo, pero también como expresión de la voluntad de generar acciones políticas firmemente atadas a otra racionalidad, más atenta a las necesidades y aspiraciones de los pueblos que a las imposiciones del mercado. De ahí que la idea de Socialismo Bolivariano se encuentra más cerca de la noción del “Buen Vivir” que a cualquiera de las teorías surgidas del Siglo XX.

Y decíamos que Hugo Chávez es uno de los mayores exponentes del pensamiento crítico, porque logró ver que todos los ámbitos del quehacer humano tienen sentido político, y que el ser humano debe ser objeto central de reflexión. Esto es importante sobre todo cuando los centros académicos  pretenden que sigamos la senda de los principios neoliberales, con destrucción del concepto de ciudadanía y la aceptación de una mundialización que apela a los valores e intereses de la economía occidental.

En contraste, el pensamiento chavista se encuentra referenciado en su propio momento y lugar, pero sobre todo, se identifica plenamente con las vicisitudes de las masas sociales de cuya concurrencia es natural. De este modo, la voz de Chávez fue expresión de los oprimidos, emergió de lo que él mismo llamó -las catacumbas del Pueblo- y se alzó con potencia esclarecedora y con un significativo potencial anti-hegemonica. Por eso también era despreciado por los centros de poder, y las empresas de comunicación que les sirven a éstos pusieron todo su empeño en calificarlo como un tirano cuando en realidad fue el gran impulsor de un proyecto emancipador.

Así, Hugo Chávez generó un pensamiento emplazado geopolíticamente y de fuerte contenido latinoamericanista y anticolonialista. Su propuesta de unidad latinoamericana no hace otra cosa que rescatar, la visión de formar un ente geopolítico autónomo y soberano como medio para integrarse en igualdad de condiciones en el sistema internacional. Esto contrasta con todo el pensamiento de corte liberal, el cual crea distinciones entre integración económica y cultural. Así, fue como el pensamiento bolivariano encuentra su antagonista en la Doctrina Monroe, y el de José Martí en la Enmienda Platt, el de Chávez se encarna en la oposición al ALCA, el más portentoso intento de crear un mercado único en la región. En un sentido afirmativo, el interés se encuentra también en la creación de un conjunto de organizaciones y, sobre todo, en el impulso de una racionalidad significativamente diferente en las relaciones internacionales, basada en la complementariedad, en la reciprocidad y en la solidaridad. En comparación con el unilateralismo estadounidense de principios de siglo, la geopolítica de Chávez representó un fuerte apoyo a la multipolaridad y a un orden mundial  fundado en el reconocimiento y en el respeto mutuo.

Chávez fue un promotor del conocimiento y de la cultura libre, con la formulación de decretos orientados a la adopción del pensamiento libre como herramienta del Estado venezolano, la creación de diferentes organismos para el desarrollo e investigación de políticas públicas basadas en el conocimiento libre; pero sobre todo, a través de la democratización de la política científico-tecnológica.

En una oportunidad afirmó: “Esto de la propiedad intelectual no es más que una trampa, de los países, que bueno, se desarrollaron, y ahora, ¡esto es mío!, es la expresión del egoísmo capitalista. El conocimiento no puede ser privatizado. El conocimiento es universal como la luz del sol. Nadie puede decir esta luz del sol es mía, yo la guardo aquí, o como el viento, como el agua de los ríos. Entonces hay que desarrollar eso de la apropiación y la adaptación: ¿Cómo la realizamos?, ¿cómo la entregamos?, ¿cómo hacemos?, ¿cómo garantizamos el acceso al conocimiento?”

captura-de-pantalla-2017-03-14-a-las-18-03-49-copia
Hugo Chávez [I] indica al presidente cubano Fidel Castro [D] la ubicación de periodistas hacia donde se dirigía instantes después de su arribo al aeropuerto Jose Marti en La Habana. / AFP

Un académico como Boaventura de Sousa Santos, quien recibió el Premio Internacional Simón Bolívar al Pensamiento Crítico, preocupado por la emergencia de otra forma de conocimiento y por la superación de las limitaciones de la racionalidad cientificista moderna, señala en uno de sus libros que existe una crisis de la epistemología dominante. Dicha epistemología se encuentra caracterizada por el interés en el control empírico de los fenómenos sociales y naturales; y está basada en la reducción analítica de las cualidades de los fenómenos, su traducción a magnitudes cuantificadas, y la búsqueda de un saber basado en principios universales. Una nueva clase de epistemología debería buscar la superación del positivismo a través de un conocimiento que integre diferentes dimensiones del saber, la localización del conocimiento sin renunciar a su proyección hacia el saber mundial, el cierre de la brecha artificial entre el sujeto que conoce y el objeto de conocimiento, y la separación entre conocimiento común y conocimiento especializado, en pos de la búsqueda de un nuevo sentido común y de una ciencia no aislada. En resumen, se trata de fundar un conocimiento que tenga conciencia de sus bases históricas y culturales además de sus límites epistemológicos, orientados a dar respuestas a necesidades del bienestar humano más allá de restringirse a la predicción y el control de los fenómenos empíricos.

Hugo Chávez promovió esta clase de epistemología y la reflejó en sus propias disertaciones. Defendió la importancia del sujeto de conocimiento a través de la observación de sus características históricas, y sirvió de apoyo al diálogo entre diferentes culturas cognitivas: “El pueblo es sabio, aquí deben venir los campesinos a discutir con ustedes, no creamos que los investigadores somos una elite, los pensadores; no, no, la sabiduría del pueblo es fundamental para alimentar estos procesos si queremos hacer una revolución de verdad. La sabiduría popular no tiene límites”.
Su pensamiento y su acción orientaron a romper las ataduras de la analítica de la racionalidad científica moderna, a partir de una holística que trascendiera dicotomías como sujeto-objeto, teoría-práctica, conocimiento-crítica o ciencia-cultura. La analítica positivista, propia del pensamiento moderno, es conveniente para definir una jerarquía de conceptos que permitan un arreglo de los fenómenos sociales de acuerdo con la voluntad de un poder hegemónico. En cambio, la holística crítica se orienta a buscar relaciones entre diferentes aspectos de un fenómeno y se articula mejor con políticas de orientación anti-hegemónica.

Además, Chávez contribuyó siempre a romper la disciplina que impone el conocimiento especializado en cuanto a temas, programas y definición de roles, tal como se mostró en sus intervenciones. Sin embargo, su pensamiento no fue tanto una elaboración racionalizada de una nueva clase de epistemología, como su propia expresión explosiva y su puesta en escena en el contexto de la geopolítica mundial y de la política venezolana. Después de todo, fue más un estadista que un pensador abstracto.

Desde el Sur, un pensamiento orientado hacia la emancipación cognitiva de los pueblos no puede concebirse de otro modo sino como antiimperialista. El pensamiento y la acción de Hugo Chávez abarcó esas líneas y muchas más, porque estaba en su raíz el reconocimiento del sujeto como agente de conocimiento y  práctico de la transformación de su propia realidad histórica. Nos invitó a superar los paradigmas de la sociedad de la información y del conocimiento, fundados en las transformaciones del capitalismo de las últimas décadas, y orientados a su profundización, para invocar la creación de una sociedad creativa y creadora; retomando principios Guevaristas, buscaba a toda costa una sociedad con principios incluyentes para así fundamentar proyectos científicos y tecnológicos que respondieran a las necesidades de un Proyecto Nacional. Y continuó siendo el que va contra la corriente, porque ayudó a que su pueblo a tomar conciencia de la importancia de su participación en la creación de cultura y en la determinación de las relaciones de poder.

En el momento en que el ser humano comienza a decir “Yo soy” como reacción ante una identidad impuesta, comienza a ser libre. Pero si luego comienza a decir “Nosotros somos” comienza a serlo mucho más. Chávez logró que los venezolanos se comprendieran como integrantes de una comunidad política nacional con un sentido de futuro compartido, en tiempos de la bancarrota intelectual y moral de las clases dirigentes y clientelistas aunado al vacío ideológico postmodernista. Ayudó a que se concibieran como integrantes de una “Patria”, concepto olvidado ya en los países que han abrazado a los de la banqueta occidental. Y lo hizo como dirigente, educador, guiando a su pueblo de batalla en batalla mientras le recordaba una y otra vez que el conocimiento y los valores sociales son las directrices de una Nación; como emulando a Bolívar quien escribió: “Moral y Luces son los polos de una República, Moral y Luces son nuestras primeras necesidades”. Por todo lo anterior, podemos volver a repetir con mucha mayor convicción, adelante comandante te pusiste al frente con honestidad, porque en Latinoamérica si hay aires de rebelión

captura-de-pantalla-2017-03-14-a-las-17-59-00-copia
Hugo Chávez celebra el octavo aniversario del intento de golpe de Estado el 4 de febrero de 2000. / Reuters

Acerca de Luis Enrique González Castro

Léa también

INSTANTE

  U  n instante de placer ante los últimos estertores del atardecer que se desangra …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *