Sólo las palabras punzantes en este año impar.
Las que se escriben en los minutos robados al enemigo.
Añoro lo no existente, tal y como debe hacerse después de cierta edad.
Camino blindada, sobreviviente del bombardeo matutino de noticias
dónde me entero cómo nos siguen matando, sólo por ser mujeres,
por esta condena infame de la propiedad privada
que nos asignó precio y dueño.
Somos las terribles, las que no se callan
el dolor, la rabia, el amor… nunca aprendimos a ser invisibles.
Repito: no me gusta el mundo de los hombres.
Los ojos me sangran ante lo que ocurre,
a diario, en todos lados.
El mejor lugar no siempre es el ideal.
Ahora yo vivo aquí, en esta red creciente de hermanas,
de mujeres que se nombran y descubren
que marchan, escriben y construyen.
No callaré en este mundo de hombres,
no fingiré diciendo “todo va bien”,
no seré cómoda para ti, para nadie.
A final de cuentas nosotras somos las asesinadas,
violadas, abusadas, desaparecidas,
nosotras, los números rojos en la estadística milenaria.
Pero ya nada es para siempre.
Por que esta pradera será incendiado por nosotras.
Por que me rebelo salvaje y clandestina,
dispuesta a comandos de brujas,
a la rebelión de mujeres.