Acosados por el viento amarillo
tu cuerpo, el suyo y el mío
se agitan temblando.
Permanecemos atados por la carne
por el amor dolido del espasmo
tus pezones, sus caderas, mi pene
son símbolos de la extraña alquimia
que nos procrea.
Abrimos el camino del amor oculto
aquel que solo se nombra
cuando callan los insectos ebrios
cuando los papalotes acaban húmedos.
Tomo tu cuerpo, tomamos tu cuerpo
nos saciamos hasta el delirio.
En el poniente una luna enloquecida
revierte la luz
en cristales de hielo ardiendo.
Los transeúntes avanzan
como nimbados
fonámbulos en discordia
retazos de sombras que no iluminan
con los párpados abiertos
sin ver nuestros cuerpos.
El viento amarillo del hastío
se encargó de volverlos transparentes.
Mayo de 2006