Empezar por el final
Yo sólo quiero cambiar este mundo.
Pero a veces la incertidumbre
envilece mis intenciones,
tengo miedo de morir,
de no cubrir mi cuota con los que amo,
de no haber roto los diques necesarios.
La cortedad de horizonte
me genera voces desde el vientre,
palabras de otras dimensiones.
Y soy la de los mil rostros
el monstruo, la medusa, la recién nacida,
me duele el miedo en la casa del corazón.
Se me congelan las palabras
y podría decir que todo acaba,
pero sigo hambrienta,
con esta sed que me devora.
No escribo entonces frases definitivas,
asumo que hay que empezar por el final
para que la vida sea cierta,
para que cada maldito día
sea una bendita nueva vida.
Hoja en blanco
y corazón rojo
Tengo esta hoja en blanco
suspendida entre el mucho hacer
y el poco sentir
Poseo una hoja blanca
inerme
limpia
con ella y otras tantas
quisiera fabricar una casa
para mis convalecientes letras
o bien,
diseñar una nave aerodinámica
que me lleve de paseo
por el universo
Sólo tengo una hoja blanca
frágil pared que me aísla
de lo que se dice tanto
de las palabras huecas
de la trivialidad multitudinaria
Paseo por esta hoja blanca
con cierta sonrisa
con cierta hermandad
ya no es transparente
ya no está inmóvil
ahora me tiene aquí
un tantito abrazada
a su cuerpo
un poquito iluminándola
con mis nuevas ilusiones
que saben a naranja dulce
limón partido
Termino el día con esta hoja en blanco
que ahora late y se pinta de rojo
como vestido de baile
como resucitado corazón