“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo.
Puedes engañar a algunos todo el tiempo.
Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”
Abraham Lincoln
Es 12 de octubre de 2016, me levanto y miro al espejo como todas las mañanas, recuerdo que hay una fecha que queda marcada para la historia, y nosotros debemos tener la honestidad de recordarla para toda la vida en nuestra memoria. Al ver el reflejo y recordar esa fecha uno cree en la inteligencia de los espejos, que devuelven fielmente la imagen de quien se le pone adelante. Les voy adelantando la fecha, 26 de abril de 1964, para que se la aprendan y cada que se miren al espejo están moralmente obligados a recordarla.
La convicción de ver la realidad en el espejo es muy fuerte en algunas personas, y en ocasiones al ser al tan complejo e irresistible, surge una mano malvada que empiezá a fabricar espejos que deforman. Seré más explícito y exacto, son espejos que no devuelven la verdad, entonces en la mañana cuando nos afeitamos vemos una persona rubia siendo que nosotros somos morenos, una persona distinta a lo que uno es, y se le tiene tanta confianza a los espejos, que incluso prevalece la confianza encima de la realidad y empezamos a adquirir rubias conductas, porque desde chicos el hombre feudal nos dice que el espejo no miente.
El 22 de julio de 1959 cuando televisa compra al América, empezaron a producirse espejos que deforman la pelota en su conjunto. Por eso es importante recordar el abril de 1964, porqué cuando se deforman los espejos en mi país masacran estudiantes, indígenas, ciudadanos y al día siguiente los espejos, dicen que hay un día soleado. Por eso el hecho anterior, no solo es futbol y con semejante prólogo de tragedia, surge un tipo que los dioses del balón le besaron los pies, esos pies maltratados, pueblerinos y soñadores, de los cuales nació el héroe, Guillermo Sepulveda, con el sobrenombre del “Tigre”, ganado a pulso por su manera de correr, luchar y pelear un balón.
Fue el 26 de abril de 1964, cuando se detuvo el tiempo para siempre, para todos, a las 12 del día, final del campeón de campeones, Guadalajara vs. America , en el estadio de Ciudad Universitaria. En las postrimerías del encuentro se marca un tiro de esquina, en la portería norte a favor del América. Los delanteros americanistas acompañados en el ataque por el fuerte central Alfonso Portugal, suben a rematar. Portugal no fue a buscar el balón, busco al Tigre porque era el tipo férreo, porque era el líder, porque era el titular de la selección nacional, simplemente porque era mejor que él. Conectó al “Tigre”, le abrió el rostro y el “Tigre” cayó; con risa socarrona el central azulcrema dijo ¡Qué bueno que se cayó!.
De ahí en adelante las estrellas se alinearon, en una jugada posterior, quedo la pelota dividida y el “Tigre” sin pensarlo fue como bólido a arrollar al espigado central azulcrema. Por ende el árbitro sin pensarlo lo expulso diciendo ¡ Fuera Sepulveda ! , Sepulveda respondió ¡él me vino a provocar, también expúlsalo!, el colegiado hizo caso omiso, el “Tigre” tuvo a bien retar a la autoridad diciendo ¡sáquenme a ver si pueden!, corrió por el estadio, todos iban detrás de él, mientras en la tribuna la gente feliz gritaba ¡Chivas! ¡Chivas!.
Sepulveda corrió hacia la banda iracundo, furioso y bañado de sangre, pero cada paso que dio, lo dio por nosotros, lo dio por las masacres, lo dio por las devaluaciones, que han deformado los espejos, pasa junto a la banca del América, donde se encontraba Moacyr Santos y José Alves entre otros, se paró enfrente de ellos se quito la playera y desnudo el torso pero con la playera tatuada, los humilla, aventándosela y diciéndoles ¡con esa tienen hijos de su pin… madre para que no se les olvide nunca!
Porque la camiseta ahí va a quedarse siempre, en la derrota o victoria futbolera. Porque esa camiseta representa a los humildes, a los vencidos, a los explotados, a los que nos miran desde el cielo. Porque los espejos mienten, porque los espejos callan y aunque nada cambie, ahí va estar esa playera, que ellos eternamente estarán viendo y queriendo acabar con esa pesadilla, esa humillación y ahí en ese justo instante cuando ellos quieran cambiar la refracción al espejo, debemos ser honestos de recordarles permanentemente lo que sucedio.
Así que señores no me fastidien con que festejan cien años, si son los que han ocultado todas las maldades cometidas a nuestro pueblo, no me jodan, si han deformado espejos a su convencía, no me joroben con su mínima grandeza , si la grandeza se plasmó en aquel momento donde quedo la camiseta en el piso.