Pablo Picasso goza de una tarde calurosa, descansa en una playa de Francia.
De pronto, un niño se acerca con papel y pluma en mano.
– Señor, ¿me regalaría un dibujo?
Picasso lo mira detalladamente, le sorprende la sola idea de que un menor conozca su obra y le pida un dibujo.
El artista no separa la vista del niño, y se sorprende aún más, el niño fue enviado por sus padres, y el niño nuevamente habla.
– Señor, ¿me regala un dibujo con su firma?
La petición del niño confirma la sospecha del artista, habían enviado al niño para conseguir una obra suya gratis, acto seguido, Picasso deshizo el papel y tomó en manos al pequeño, le dio vuelta y firmó la espalda.
Un par de días después, el artista se reunió con amigos y colegas, entre risas relató la anécdota del niño y sus padres. Hizo un pausa y lanzó pensativo:
– Me gustaría saber si lo han vuelto a lavar