Tiempos paradójicos y no se diga viviendo en México.
En nuestro país expulsamos connacionales, por la falta de oportunidades y de acceso a la salud, educación y empleo.
Ellos se van al norte, en su camino, pasan vicisitudes, son perseguidos por las policías, los agentes de migración mexicana y los delincuentes.
Huyen de la miseria, sin saberlo se convierten en disidentes económicos, políticos y hasta culturales.
La salida es por tierra, aire y mar, burlan a la migra norteamericana y se establecen de manera clandestina en ese territorio.
Una vez que pueden vivir de manera anónima en el “american way of life” ; empiezan a mandar parte de las famosas “remesas”.
Mismas que el régimen valora y aprecia, pues la remesas son una de las entradas de divisas al país, -después del narcotráfico-, más importantes que se suma a las reservas del país y aportan al Producto Interno Bruto (PIB). Entonces los tecnócratas reconocen el esfuerzo y la tenacidad de esos connacionales que sus políticas, en otro tiempo, expulsaron.
Los nietos de esos emigrantes hoy son parte de las expulsiones (redadas) que realiza el gobierno norteamericano.
Pero esos descendientes de mexicanos difícilmente tienen cabida en el país, por la falta de oportunidades y de acceso a la salud, educación y empleo, los mismos motivos que impulso a sus padres a emigrar.
Los regímenes mexicanos los expulso, el gobierno no tiene cara para reconocer su fracaso, y menos para reconocer que es un Estado fallido.
Cronovidens