Compañía Nacional de Danza
Se emitirán un boleto del Metro y un billete de lotería
El lago de los cisnes, a cargo de la Compañía Nacional de Danza (CND) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), llegará a su 40ª temporada como un ballet consolidado dentro del calendario cultural de nuestro país. A lo largo de su historia, la participación de más de 500 bailarines en un escenario al aire libre, la extraordinaria música de Chaikovski y la gran producción que se requiere para dar vida a este espectáculo han asegurado el éxito continuo.
Las funciones de esta edición se llevarán a cabo, como es tradición, en la isleta del lago menor del Bosque de Chapultepec, del 25 de febrero al 20 de marzo, de miércoles a domingo a las 20:00. Los boletos están a la venta en las taquillas del Centro Cultural del Bosque, Palacio de Bellas Artes .
Se trata de un ballet creado en Moscú a fines del siglo XIX por Lev Ivanov y Marius Petipa. En nuestro país, el ingeniero Salvador Vázquez Araujo, director de la Compañía Nacional de Danza de 1972 a 1982, fue el creador de la idea original de escenificarlo en la isleta del lago menor del Bosque de Chapultepec.
Hasta la fecha, la Compañía ha presentado aproximadamente mil funciones con este ballet, y en 2014 renovó su producción con diversas propuestas, como un majestuoso castillo, una pantalla de agua, luces led en todo el escenario, arreglos musicales, cambios en la estructura dramática, pirotecnia y un colorido vestuario.
“Cada función es única e irrepetible, y con un elenco diferente. En esta ocasión estarán en los roles principales todos nuestros primeros bailarines, además de que tratamos de foguear a jóvenes promesas para que tengan la oportunidad de empezar a hacer estos papeles, como Alejandro Mendoza y Greta Elizondo”, comentó en entrevista, Tihui Gutiérrez, maestra de la Compañía.
Destacó que por la 40ª temporada de El lago de los cisnes, el 24 de febrero saldrá a la venta un boleto conmemorativo del Metro, y la Lotería Nacional emitirá un billete con la imagen del ballet para su sorteo del 4 de marzo a las 20:00.
Presentarse en un escenario natural, agregó, brinda al bailarín una experiencia mágica que compensa los desafíos del clima. “Es un ballet clásico muy demandante técnica y artísticamente, y el éxito que ha tenido no se logró de la noche a la mañana, sino gracias al enorme esfuerzo de muchas generaciones anteriores. He participado en 37 de las 40 ediciones como bailarina y maestra, y antes las condiciones eran sumamente difíciles”.
Tihui Gutiérrez afirmó que El lago de los cisnes es un espectáculo que, “como todas las cosas que son buenas, habla por sí solo. Se difundió mucho de boca en boca y eso hizo que ahora se cuente con un público que reclama la temporada en el Bosque de Chapultepec. Para nosotros es un honor que El lago de los cisnes ya sea emblemático en la Ciudad de México y nos exigimos brindarle cada vez más calidad al público”.
La forma en la que se presenta este ballet en nuestra Ciudad ha sido fuente de inspiración para otras producciones, añadió. “A principios de los ochenta, la revista National Geographic hizo un reportaje sobre nuestra versión, y en un parque en Cuba se trató de reproducir este ballet en un lago. También en Guadalajara hubo un intento con la Compañía de presentarlo, pero la isleta del lago menor del Bosque de Chapultepec tiene una magia especial y es el escenario idóneo para ello.
“Es una temporada que cumple una función social importante porque es un espectáculo popular y accesible en precios. La labor que se realiza es relevante para que pueda demostrarse que el ballet no es elitista, tiene historias que se entienden y lo único que se requiere es disfrutar esta expresión artística. Sirve además para introducir al público a esta disciplina y para que los niños vean que también pueden dedicarse a ella profesionalmente”.
Diana Angelini, quien ha participado como bailarina y maestra en las 40 temporadas del ballet, señaló que el inicio fue complicado: “Al principio nos enfrentamos con muchas dificultades. Llegábamos en camión al lago, maquilladas, peinadas, con tutú, con zapatillas, y nos teníamos que bajar con pantuflas para proteger las puntas. No había camerinos y nos protegíamos del frío solo con suéteres.
“Cuando creció la escenografía, faltaban bailarines, y el entonces director Salvador Vázquez Araujo nos pidió que les preguntáramos a nuestros novios o esposos si les gustaría participar. Ellos aceptaron y hacían la escena de la corte. Me gustan los cambios que se han hecho en la escenografía y en la coreografía, y ahora también las instalaciones son mucho más cómodas”.