Sin duda alguna, en la estructura gubernamental hay una especie de personajes indetectables que se mueven con sigilo, oportunidad y autonomía; con precisión y, desde luego, desde las profundidades de un insondable anonimato, y de quienes, podría decirse que, por las tareas que concretan sobre todo con medios periodísticos son una especie de “gargantas profundas”.
Pero a diferencia del obscuro personaje así llamado en Todos los Hombres del Presidente, película que dirigiera Alan J. Pakula, en 1976, acerca del escándalo Watergate, no hay aquí ni ahora –o al menos no parece haber- una labor periodística de seguimiento, en este caso, sobre la fuga de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, el más reciente caso de filtración a medios de comunicación.
Más bien lo que parece es lo contrario: en lugar de seguimiento o de investigación periodística, lo que hay es la utilización del medio y sus periodistas. Sólo que en este caso, no estamos ante una operación dirigida y encubierta desde la cúpula del poder para justificar desaciertos o desapegos a la legalidad.
Como en el caso Watergate, el haber “filtrado” datos sobre la fuga golpea evidentemente a poderosas figuras políticas del aparato gubernamental, nada menos que al Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong y, desde luego y sobre todo, al Presidente de la República, Enrique Peña Nieto. Paradójicamente, el golpe viene del interior del aparato a cuyo frente se encuentran ambos.
El haber facilitado el acceso a un noticiero el video que muestra la complicidad de la que disfrutó el narcotraficante sinaloense para concretar su segunda fuga de un penal de presunta máxima seguridad, no fue, sin embargo, el principal golpe; si lo fue, en cambio, el acento que puso el senador Alejandro Encinas Rodríguez, al denunciar que ese mismo documento videográfico, con anterioridad, le fue negado al Congreso, cuando él mismo lo pidió al Secretario de Gobernación.
Si el video de marras exhibe tan lamentable despreocupación del personal de vigilancia del Penal de Almoloya al momento de la fuga del Chapo, resultaba claro y hasta comprensible que el documento no se hubiera entregado e incluso su existencia fuera negada, toda vez que sería evidencia de una corrupción que, de tan enormes proporciones, hace que prácticamente ninguna autoridad tenga pretexto argumental creíble, como para evadir la responsabilidad que le toca.
La filtración del video tenía, desde luego cierta intención. Pero no queda claro que lo provocado –el deterioro de las principales figuras del aparato gubernamental- haya sido el efecto originalmente buscado; al menos no, por lo que toca al Primer Mandatario.
Si se parte de la premisa de que todo gobierno se integra por lealtades, que suelen convertirse en complicidades, lo lógico habría sido que nunca nadie fuera de la estructura gubernamental tendría porque haber conocido la existencia de la mencionada prueba videográfica.
Pero se supo. Y el primero en saberlo, fue el senador Encinas Rodríguez y cuando exigió la entrega de ese material, se lo negaron. Entonces fue necesario (¿a juicio de quién) hacerlo llegar al gran público, a través de uno de los noticieros de mayor alcance de la más poderosa empresa de televisión en el país. Y el legislador por el Estado de México puso enseguida el acento en esa incongruencia… y fue en ese instante que se encendieron los focos rojos gubernamentales.
Todo eso ha sido bueno, por cuanto coloca al gobierno en una suerte de callejón sin salida y de cara a la opinión pública, en una situación en la que no tiene más que admitir culpas y pagar los costos; una situación en la que paradójicamenete, con todo y demagogia, ha colaborado el reciente discurso presidencial, a favor de un compromiso por la transparencia; rendición de cuentas; apego a la legalidad; respeto por el Estado de derecho y combate a la impunidad.
Pero, ¿de qué lado están esos gargantas profundas, maestros de la filtración a loss medios?
No vaya a ser que al tiempo que socavan las simulaciones y complicidades de un régimen como el actual, allanen al mismo tiempo el camino para la llegada de personajes peores.
Recuérdese que actúan desde la obscuridad y manipulan a los medios, a los podersoso medios.