Al noroeste de Ciudad Juárez, en Chihuahua, México, existió un lugar llamado Granjas Lomas de Poleo, en la colonia de Puerto Anapra. Desde 1978 arribaron al lugar los primeros pobladores, se asentaron en terrenos que tres años antes fueron declarados Nacionales; eran alrededor de trescientas familias en cuatrocientas hectáreas de tierras desérticas y marginadas colindantes con Nuevo México, que les fueron procurados por las prácticas clientelistas del PRI de aquellos años, a cambio de votos.
Estos primeros habitantes comenzaron con un sistema de autoconsumo basado en cultivos, en la crianza de ganado menor y granjas avícolas en Lomas del Poleo parte alta. Con el correr del tiempo, afanosamente, abrieron caminos y calles, gestionaron servicios de agua y energía eléctrica. En 1980 construyeron la escuela primaria Alfredo Nava y después el preescolar Santa Teresa, así como una capilla católica auspiciada por la diócesis de Juárez. Para el año 2002 lograron que la Compañía Federal de Electricidad (CFE) instalara infraestructura eléctrica. Construyeron una comunidad y un legado más digno a sus descendientes.
Desde el 2001, Pedro Zaragoza Fuentes se ha adjudicado la propiedad de estas tierras. Él es considerado uno de los empresarios más poderosos y temidos del Norte del país, multimillonario mafioso propietario de un sinfín de empresas de gas y gasolina, así como de leche y tiendas de autoservicio, tanto en la ciudad como en el estado, en países latinoamericanos y Estados Unidos; financió la presidencia de Vicente Fox junto con otras y otros personajes. Resaltan sus vínculos familiares y económicos con Rafael Aguilar Guajardo, fundador del cártel de Juárez que fue policía miembro de la Dirección Federal de Seguridad. Desde entonces es asociado –incluso por autoridades estadounidenses– con el mundo de las altas esferas del narcotráfico y con los feminicidios sombríamente simbólicos de la ciudad.
Avalados con escrituras sin valor legal, que dicen que su familia adquirió esas tierras en el siglo XIX, él y su hermano, Jorge Zaragoza, iniciaron un proceso de despojo y desalojo de la colonia. En el 2003 se construyó un cerco de alambre de púas y postes de concreto que atrapó a las familias. Con torres de vigilancia y con un grupo de paramilitares y delincuentes comenzaron el acoso hacia los habitantes del lugar, que de la noche a la mañana se encontraron sitiados, con sus calles clausuradas y un puesto de control como única salida y entrada a sus hogares vigilado por decenas de hombres al mando de Catarino del Río Camacho, con la ayuda de equipos de video y radio, en camionetas pickups o a caballo, armados y con perros agresivos y peligrosos.
Desde este punto se decomisaron todo tipo de alimentos necesarios para los animales que criaban los colonos, así como materiales de construcción, y se controlaron las visitas. Muchas personas, al regresar de su jornada laboral, se encontraban con sus casas derruidas y sus animales y perros guardianes muertos envenenados o a tiros.
Las agresiones fueron tan graves que la destrucción de las casas se hizo incluso con sus habitantes dentro. Sin miramiento hubo golpizas: después de destruirle su vivienda, los guardias vapulearon a Esther Gómez. En el 2004 destruyeron el templo e hicieron huir al sacerdote Bill Morton. Un año después, los guardias blancas de los Zaragoza asesinaron a golpe de pico y pala a Luis Guerrero, quien se opuso a la destrucción de una vivienda; además, un mes después calcinaron a los hijos de María del Carmen Casanga, quienes fueron encontrados abrazados debajo de su cama dentro de su casa, a la que le prendieron fuego.
Ahí también vivió Alfredo Piñón, uno de los viejos habitantes del desierto en Lomas del Poleo, y de los más dignos y rebeldes que resistieron el despojo. En el 2008 Alfredo tenía 72 años cuando una patrulla de entre doce y quince elementos del Ejército Mexicano lo apresó en su hogar, le “sembró” armas y drogas, le vendaron los ojos, y con lujo de violencia lo llevaron con rumbo desconocido para finalmente parar en el cuartel militar, donde lo interrogaron sobre las armas; luego lo entregaron y fue llevado a la Procuraduría General de la República (PGR), donde se encontró con Martín Gabino, un vecino que también había sido secuestrado por los militares y a quien le advirtieron que lo mismo le sucedería a quien no desalojara las tierras. Después fue llevado a un basurero en las afueras, lo arrodillaron, le patearon una costilla, cortaron cartucho, le apuntaron a la cabeza y detonaron al aire. Ahí lo abandonaron.
El interés por las tierras se rastrea hasta el proyecto de una zona binacional llamada San Jerónimo – Santa Teresa, el cual involucra a Texas, Nuevo México y Chihuahua, y a una asociación entre inversionistas estadounidenses y grandes empresarios mexicanos, en la que participan banqueros como Eloy Vallina y multimillonarios como William Sanders, y con el que se tiene previsto un desarrollo potencial de la industria maquiladora aeroespacial, con una terminal ferroviaria de Union Pacific, un puerto aduanero y un aeropuerto. Forma parte del Corredor Económico del Norte.
El Ejército Mexicano había oficialmente arribado en el 2008 para combatir a los cárteles del narcotráfico en disputa de la plaza, pero era usado como una herramienta más, con la mano en la cintura, para acelerar el proceso de despojo de la tierra en Lomas del Poleo por Pedro Zaragoza. Desde temprano quedó claro que no combatían narcotraficantes, sino más bien estaban al servicio de los mismos.
También quedó claro que las masacres posteriores del pueblo fronterizo fueron perpetradas por el gobierno federal a través del Ejército, policías militarizadas y grupos paramilitares financiados por Estados Unidos y los grupos empresariales dominantes en la región.
Toda esta barbarie es producto del reacomodo mundial de mercados que enfrentan la peor crisis que hayan intentado sortear, ya que no sólo es una crisis clásica sino una crisis civilizatoria, a la que la salida de los grupos dominantes, como siempre, es sin duda la violencia militar, que no han vacilado en usar, como en la devastación de Ciudad Juárez de 2008 a 2012, la desaparición profundamente miserable y cínica de 43 normalistas y miles más, la cacería de maestros disidentes, el control de la prensa crítica, el despojo a pueblos indígenas y la entrega de recursos naturales y mano de obra a Estados Unidos, que nos lleva adonde sus intereses, y que tiene frente a sí un escenario de Guerra Mundial, para el cual se ha estado preparando mediante el control de México, quizá por eso creó el narcotráfico mexicano que hoy conocemos y lo encumbró en el poder.