- José González Gálvez
Mueve el viento sus ágiles corceles.
Concepción Urquiza
La fuerza que precede a la exposición colectiva CORCELES NEGROS QUE CABALGA EL VIENTO, montada por el Club Oasis en Coatzacoalcos, reside precisamente en esa galerna sustanciosa por donde se desplaza un tropel de potros desbocados.
En este ámbito de metal y piedra, de color y movimiento, de plasticidad inusitada, irrumpen Lucille Wong y Luis Arturo Barreiro; la primera en ese tour de forcé armada con la mecánica del tiempo, transforma hábilmente en el papel o en la tela, las llanuras mágicas donde galopa el caballo híbrido, el corcel mitológico, mitad sueño y mitad vida.
Luis Arturo detiene el movimiento, y lo plasma en resinas o bronces, porque su inquietud cabalga todos los artificios del ingenio. El Génesis se olvidó de mencionar al caballo como equino de los cuatro vientos, pero en el bestiario personal de Lucille y Luis Arturo, el corcel es el pivote principal de su existencia.
Lucille se autodefine: “el silencio del papel es mi silencio interior; mi oficio es volver lo sonoro. Todo sucede en un instante, pero en ese instante todas las facultades se utilizan en mayor o menor grado. La intuición se agudiza, el espíritu se vuelve libre y juguetón, la mente se abre, los recuerdos regresan, la curiosidad nos vuelve arriesgados y temerarios. Entonces todo empieza a sonar, a manifestarse… y el silencio se vuelve música… y la materia inerte adquiere vida, y así, la obra de arte que se gesta, es el testigo y a su vez manifiesta, que alguien vivió, alguien sintió y lo dijo”.
Lucille Wong, pintora y dibujante mexicana, se graduó en Letras Modernas en la Universidad Nacional Autónoma de México, su maestría en Letras Inglesas la realizó en Kent Inglaterra. Tiene estudios de Historia del Arte en la UNAM y estudios de Arte Oriental en el Colegio de México. Trabajó cerámica en Canterbury Inglaterra, fotografía artística con el maestro Luciano Ricci y grabado en metal con el maestro Roberto Ciabani.
De la autora se ha escrito: “Su obra representa una exótica simbiosis entre los conceptos marcadamente orientales de su origen y la resolución técnica contemporánea de su temática. Domina las tintas y las texturas mixtas que trabaja en finos papeles hechos a mano y provenientes de todas partes del mundo. Su obra es una sinfonía de armonía y contraste, que se forjan ya sea en trazos vigorosos que apoyan el movimiento y el ritmo, o en pálidas aguadas que invitan al misterio y al infinito”.
Existen muchos caballos famosos en las páginas de la historia universal: Incitatus, Babieco, Rocinante, Bucéfalo, por citar algunos. Pero los corceles luminosos de Lucille pertenecen a otra dimensión, a otros mundos, donde la brisa festiva los transporta, y cabalgan libres en una atmósfera de pardos y amarillos, de índigos y añiles.
Diciembre de 1992