Donde el suplicio deja su huella

huella
Luis Granda

 Ya las horas afilan sus navajas.
                                                                              
Octavio Paz

  • José González Galvéz

Te recuerdo que también fuimos amantes
ayer, en el crepúsculo tardío
cuando las pavesas se elevaban en el lecho
y un frío de mucílago se cocinaba
en el interior de los huesos.
Fuimos amantes de almanaque
contando los días por separarnos,
los fines de semana que nunca repetimos,
esas efemérides que resultaron vanas.
Recuerda que nos quisimos como enajenados,
comimos el fruto del árbol del bien y del mal,
nos indigestamos de tanto amor concebido
bajo el celestinaje lunar de plata bruñida,
labios húmedos que recorrieron con ansiedad
las esquinas más recónditas de los cuerpos,
fuimos vísceras rosadas en diástole y sístole,
pieles en alta presión como un relámpago.
No tiene caso que cierres las ventanas,
ya escaparon los vientos alisios con nuestros
momentos más hermosos grabados en sus alas.
Te recuerdo que como amantes fuimos apoteósicos,
ahora somos una evocación amarga como licor de ajenjo.

Marzo, 2013

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