A una década de su partida
rememoran a Carlos Montemayor, poeta y divulgador de la literatura indígena.
En la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, amigos, familiares y colegas rindieron homenaje al escritor chihuahuense.
C onsiderado un gran divulgador de las literaturas indígenas y activista social, amén de manifestar su afición por la ópera, amigos, colegas y familiares rememoraron al poeta y ensayista Carlos Montemayor en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.
La Secretaría de Cultura y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través de la Coordinación Nacional de Literatura, rindieron un homenaje al traductor Carlos Montemayor (1947-2010) a una década de su fallecimiento.
Acompañada de Raúl Manríquez, José Vicente Anaya, Mario Sánchez Carvajal, Marco Antonio Campos y Pablo Espinosa como moderador, Victoria Montemayor -hija del escritor chihuahuense- reconoció que no existe un intelectual como él en la actualidad: “era un ensayista íntegro, estudioso de las letras clásicas, del derecho, de la literatura universal, fue lo que le dio la visión para ser el gran narrador, analista político e historiador”.
“Si me pidieran definir a Carlos Montemayor en una frase, diría: es nuestra conciencia moral”, expuso el periodista Pablo Espinosa, quien fungió como moderador de la mesa.
En su intervención, el poeta Marco Antonio Campos describió a Carlos Montemayor como un gran divulgador de las literaturas indígenas y gran activista social: “México perdió a un político incorruptible y a un escritor irrepetible que se convirtió en la conciencia política de la generación emergida del movimiento estudiantil de 1968”.
Al homenaje asistieron Susana de la Garza, viuda de Carlos Montemayor; la Directora General del INBAL, Dra. Lucina Jiménez, y el político Porfirio Muñoz Ledo.
Montemayor, el académico y políglota
Carlos Montemayor nació en Parral, Chihuahua, en 1947. Estudió derecho y la maestría en Letras Iberoamericanas en la Universidad Nacional Autónoma de México. En 1971 fue galardonado con el Premio Xavier Villaurrutia, y en 2009 con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura. Entre sus obras se encuentran Las llaves de Urgell y Guerra en el Paraíso.
El también traductor realizó estudios de lengua hebrea en el Colegio de México y estudió griego clásico, latín, maya, francés, portugués, italiano e inglés. Fue activista social en defensa de los pueblos indígenas y grupos vulnerables, además de un gran aficionado a la ópera.
Por su parte, la titular de la CNL, Leticia Luna, destacó la condición humanista del escritor: “Su vasto legado literario trasciende su pensamiento ético a través de su obra poética, narrativa y ensayística”, comentó