Miguel Ángel Buonarroti. Un artista entre dos mundos
Miguel Ángel Buonarroti. El maestro del Renacimiento, llega a Bellas Artes con el Cristo Portacroce, presentada por vez primera fuera de Italia. Veintinueve obras del artista florentino y 45 piezas de artistas que acompañan al maestro enmarcan la exposición.
Junio 14 de 1514, tres mecenas: Bernardo Cencio, Maria Scapucci y Metello Vari encargaron al maestro Miguel Ángel la realización del Cristo Portacroce. El rostro de Jesús fue atravesado por vetas negras, lo cual incidió en la realización de una nueva escultura; de la primera se perdió rastro. En abril de 1520 al segundo mármol lo estropeó Urbano, ayudante de Buonarroti, y se eligió a Federico Frezzi para repararlo. Aun cuando la escultura representa a Jesús en la cruz, no se trata de un Cristo torturado, más bien de uno Olímpico y triunfante.
A la exposición se une La Piedad (réplica). Una de las obras más emblemáticas del artista, la segunda obra realizada durante el periodo que vivió en Roma. Encargada por el cardenal francés Jean Bilhéres de Lagraulas, embajador del rey Carlos VI, es una obra cuya realización llevó un año, y en la que Miguel Ángel adaptó el dramatismo estéticamente: la mano izquierda de María muestra la palma abierta hacia arriba y con un gesto parece cuestionar: ¿cuál será el destino de mi hijo, Jesús?
De todas las obras de Miguel Ángel, ésta fue la única firmada; en la banda que cruza el pecho de María se lee Michaelangelus Bonarotus Florentinus Faciebat (Miguel Ángel Buonarroti, florentino, lo hizo) esto por la atribución de la obra a otro artista. Actualmente, y después de un atentado a la misma, esta escultura sólo se puede admirar detrás de un cristal antibalas.
Miguel Ángel, el hombre de frente amplia, nariz desfigurada, cejas poco tupidas y pequeños ojos nos acompaña a lo largo de cinco salas. La primera consta de las obras iniciales del autor y la relación con los mecenas. La segunda, dedicada a los artistas que adoptaron cualidades del maestro y a su vez a la perfección humana, la escultura.
“Para Miguel Ángel, la producción escultórica era el medio por excelencia para transmitir las emociones más puras de la vida”, puntualizó Luis Javier Cuesta, director del Departamento de Arte de la Universidad Iberoamericana.
La Capilla Sixtina llega al público a través de bocetos y estudios previos en la tercera etapa. Posteriormente, la arquitectura, piedra angular en la creación artística de Buonarroti es referente de la cuarta sala. La última, consiste en el estudio constante del artista al cuerpo humano.
Entre los autores que escoltan la exposición con algunas de sus obras están Rafael Sanzio, Giorgio Vasari, Giorgio Ghishi, Daniele da Volterra, Andrés de Concha, Leone Leoni, entre otros.
“Esta exhibición da cuenta de la figura de Buonarroti a la par de enfatizar la importancia de la influencia de la maniera miguelangesca en los artistas”, indicó Francesco Buranelli (curador).
Cabe señalar que el conjunto de obras provienen del acervo de la Casa Buonarroti, Galleria degli Uffizi, Museo Nazionale del Bargello, Museo di Roma, Museo Nacional de Arte, Museo Nacional de San Carlos, Parroquia de San Bernardino de Siena, entre otros.
Leonardo Da Vinci. La idea de la belleza
Por su parte, Leonardo da Vinci –custodiado y proveniente de la Biblioteca Real de Turín– llega al Palacio de Bellas Artes con el Códice sobre el vuelo de las aves bajo el brazo, conformado por dieciocho páginas con dibujos y escritos.
Da Vinci aparece en el recinto –entre arte y ciencia– con once piezas originales y cuatro de su círculo, entre las que se encuentran: El retrato de la joven, Estudio para el ángel de “La virgen de las Rocas”, cuya técnica imponente y disciplinada (punta de plata en la que es imposible realizar correcciones o borrar el trazo) dan cuenta de la importancia histórica en la obra artística del maestro Italiano.
“Las páginas que se muestran me gustan especialmente porque en esas dos páginas se representan los momentos más altos de la genialidad de Leonardo”, señaló Giovanni Saccani, director de la Biblioteca Real de Turín.
El Códice sobre el vuelo de las aves es probablemente uno de los documentos más importantes dedicados al vuelo, en el que se muestra no sólo la importancia de la belleza sino el lado científico de lo que nos rodea.
Para Leonardo, la belleza era el efecto visual de producciones armoniosas. Tenía la idea de que las formas de la naturaleza, incluidas las especies animales, contienen la justa proporción de la belleza, de ahí el empeño dedicado a la investigación y experimentación.
“La muestra busca compartir la admiración despertada durante distintas épocas y a lo largo de las más diversas latitudes por la obra del ilustre artista, de cuya curiosidad e imaginación somos deudores y herederos, más allá de los territorios del arte”, mencionó Miguel Fernández Félix, director del Museo del Palacio de Bellas Artes.
Además, las exposiciones serán acompañadas por una publicación en español de ensayos curatoriales de Buranelli y Cuesta (en el caso de Miguel Ángel); y una reedición en español del catálogo publicado por el Muscarelle Museum of Art de Virginia de un ensayo curatorial de John T. Spike (en el caso de Leonardo da Vinci). Ambos catálogos contienen imágenes de las obras, textos de diversos especialistas, así como proyecciones y elementos interactivos relacionados con el contenido de la muestra.
Con el objetivo de presentar la vida y obra de los maestros Miguel Ángel Buonarroti y Leonardo da Vinci, la muestra estará abierta a todo público del 26 de junio al 27 de septiembre y del 26 de junio al 23 de agosto, respectivamente, en el Museo del Palacio de Bellas Artes.