PÉNDULO DE LUZ

“Eran los días del terror colectivo. Del antiguo terror que,

rescatado del olvido, pretendía sorprendernos con su música nueva…” 

Gerardo López Ayala

I

Un marchito sol rojo en un verano de cansadas tardes,

Laredo arde y mece su letargo provinciano.

Así fueron muchas décadas.

Hasta que el eco seco de unos disparos rompió el letargo,

vuelan las aves, luego otra vez el silencio.

La frontera se desconoce así misma.

La ciudad se anega de tonos grana,

paisajes escarlatas, calles púrpuras

y ese olor oxidado que…

Debes aprender a vivir en la frontera.

Hay que soportar un viejo olor a sangre en las calles.

Hay que andar con gesto inexpresivo para que no te sorprendan.

Hay que lavar las banquetas con bastante cloro

para poder volver a caminar por allí.

Un autobús va marchitando las flores con su humo,

alguien habla,

sé que miente,

en este lugar muchos mienten,

últimamente todos mienten,

también nos inundamos de mentiras.

Lo ignoro

y veo pasar todas sus palabras,

he aprendido a asimilar estas cosas.

Me habita la violencia cotidiana

y un desgarrado grito de muerte,

he aprendido a asimilar estas cosas.   

Pintan con falacias a las ciudades de la frontera,

El primer plano es coloreado con pintura de agua

que a la primera lluvia se escurre.

Un estruendo me ubica de nuevo en la realidad.

Palpo la resignación en los ojos de los jóvenes.

II

Sabes que vas llegando a Laredo

porque huele a sudor y sangre,

es un olor ferroso que incomoda tu nariz,

un aroma fétido que dobla las calles,

sube por las escaleras,

se refugia en los barandales,

transforma e intimida a las personas.

Sabes que vas llegando a Laredo

porque ves a las personas con un dolor atravesado,

cual fetiche de vudú,

las sonrisas gastadas y un andar con desesperación.

Esto a nadie le importa.

Sabes que vas llegando a Laredo

porque un péndulo de luz juega con las sombras

y las estira hasta volverlas oscuridad,

por eso toda la ciudad está en tinieblas.

Sabes que vas llegando a Laredo

porque un péndulo de luz rompe las noches.

De un delgado hilo de luz penden varios destellos de angustias,

un grito se apaga en ecos,

la ignorancia y la maldad han tomado la ciudad

en maligna oscilación del tiempo.

Sabes que vas llegando a Laredo

porquequien entra aquí pierde toda esperanza…

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Acerca de Jacobo Mina

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