I
Siempre,
o casi siempre,
después de una fuerte lluvia
viene el fúnebre silencio húmedo de la depresión.
Su salobre mirada a fuerza de llanto y desengaños.
La vida en la pequeña ciudad se detiene,
momentos agónicos de tardes provincianas.
Silencio de charcos inundando las malas horas.
Una mujer ve llover desde el porche de su casa.
Casa deteriorada que no oculta el abandono,
lágrimas y olvido en calles sin pavimentar ;
en las colonias de la periferia se siente más la soledad.
La marginalidad hace las heridas más dolorosas.
En las grandes avenidas,
el pavimento mojado
abrillanta el rostro de la ciudad.
Las lágrimas de Ella
lustran los zapatos de su adolescencia,
la soledad está presente desde entonces.
En estas tardes encuentra las lágrimas perdidas
de todos sus llantos de ayer.
Lo pasos imprudentes del destino
suenan siniestra e insistentemente a su puerta.
Las cornisas ríen,
las ventanas esparcen rumores,
la frontera está salpicada de sangre,
el humo se vuelve visible en los escapes
y el agua forma ecos.
Ella es la descripción de la soledad
La soledad la va marchitando.
¿La soledad es el medio o es el fin?
Esto es así
Un simple humano es incapaz de vencer todas las estadísticas
Una soledad frente al espejo Descubriendo su cuerpo olvidado…
Dos soledades saliendo de un cine Su cuerpo arde…
Tres soledades embriagándose en un bar Ves la realidad…
Cuatro soledades llorando en la ciudad Se acaban las palabras…
En asuntos de soledades no hay parámetros
No se miden
No se puede llevar control
Hay ecuaciones de tiempo que no logro comprender
Quién podrá resanar tantos sueños desgastados
Aún no sabes distinguir las horas buenas de las malas horas
Los segunderos pierden el paso
Caigo en cuenta
que otra vez camino a través de los charcos
sorteando soledades
Ella mira pasar las horas
Parada en el porche de su casa de humo
El café está tibio
y el cigarro ya se consumió
Un cruce de miradas y la ciudad sigue en espera de secarse
Mientras
Colgada del tiempo
Ella espera
¿Cuántas posibilidades tengo que al final del día la pueda comprender?
II
El viento despeina las calles y enturbia vidas,
simula caricias en el rostro de una mujer.
El viento le besa el cuello
y ella se muestra complaciente.
Una mujer en eterna espera
ve morir la tarde
desde su ventana
¿Qué más morirá hoy?
Un sol amarillo
Ilumina la casa marrón
Los sonidos de la tarde van de murmullos
a gritos de cansancio y dolor,
han abusado de las horas,
han abusado de la paciencia,
han abusado del dolor.
Parte de la ciudad se derrumba
Lloran los rincones
Lágrimas de rocío al amanecer
ha vuelto a llorar esta ciudad
El viento bate los resentimientos,
revuelve una soledad
que sube como claras batidas,
turrón de abandono,
amarga espuma de odio reprimido.
Es difícil saber cuál es la verdadera profundidad que tiene la muerte
El viento desacomoda las ideas
Uno no se puede concentrar
y a veces piensas barbaridades
Pesadillas pintadas de sepia
callejones que se cierran después de pasar
crece la inmensidad del desierto que rodea la ciudad
Ella llora en un bar
¿Cuánto llega a pesar una soledad marchita por las lágrimas?
III
Coloca decenas de astas con banderas blancas en su jardín
pide una tregua al tiempo
Sabanas cubren sus muebles
Un enorme moño negro sobre la puerta
“Esa mujer está loca”
comentan los vecinos
“no puede aceptar que él nunca va a volver”
La gente ya no confía en nosotros,
los alquimistas,
ahora dejan todo a la ciencia o a la religión.
Hay casos
Como éste
que los poetas y alquimistas
bien podríamos resolver
o al menos
ayudar a olvidar.