N o es la educación, la salud y mucho menos el desarrollo social la prioridad del gasto presupuestal para el 2018. El gobierno de Enrique Peña Nieto destinará el casi el 3 por ciento del PIB al pago de la deuda pública en 2018, a la que se destinarán 663 mil 480 millones de pesos, una cantidad que es 2.4 veces más alta que el presupuesto para la SEP (275 mil 443 millones de pesos), 16 veces más que el presupuesto de la UNAM, 5.4 veces más para la Secretaría de Salud y 6.2 veces más que el destinado a la Sedesol
Considerada por especialistas y analistas como una “bomba de tiempo” el Presupuesto de Egresos incrementó el 10.6 por ciento el pago de la deuda pública para 2018, pero por cada peso que se destinará a este pago, 85 centavos serán para pagar los intereses generados por el saldo de este débito que asciende a un total de 10 billones de pesos.
En otras palabras, el 13 por ciento del presupuesto de egresos de 2018 que asciende a 5.2 billones de pesos será para pagar los intereses de una deuda pública que aumentó de manera imparable durante los 5 años de gobierno de Enrique Peña Nieto.
Este gobierno federal incrementó en 60 por ciento la deuda pública del sector público y se endeudó más para pagar sólo los intereses de la misma. Negocio redondo para nuestros acreedores. Esta deuda pública representa ya casi el 50 por ciento del Producto Interno Bruto del país, es decir, la mitad de todo lo que produce el país está ya comprometida por el monto de la deuda.
En contraste con el incremento de 10.6 por ciento en el pago del servicio de la deuda, el Presupuesto de Egresos de 2018 disminuyó en 3.4 por ciento el gasto en Desarrollo Social (3 mil 700 millones de pesos menos que en 2017), 4.5 por ciento menos en Salud (recorte de 5 mil 715 millones), especialmente, en el rubro de Seguro Popular al que se le asignaron 38 mil millones de pesos, un recorte mayor al 60 por ciento en relación con los 68 mil 700 millones de pesos de 2018.