Cronopio.MX Periodismo Cultural
1
Mis pasos van marcando en el lodo
recuerdos a punto de ser olvido,
los caminos envejecen demasiado rápido
y desvirtúan en la memoria imágenes enfangadas.
El tiempo es algo
que inevitablemente se va convirtiendo en angustia,
las marcas ásperas de la desolación
se amotinan en mi imaginación cuando recuerdo el rostro
de todos aquellos los que un día me rodearon.
Voy dejando mis pasos aletargados al andar a través de las horas,
a paso lento para disfrutar más el paisaje de decadencia
un camino donde nos acompaña la muerte.
Todos vamos andado este camino,
un camino comunitario,
todos marchan sabiendo que hay que llegar al fin del sendero,
un camino transitado demasiadas veces.
Por las noches, y en sueños,
el camino es un desierto
rodeado de ciudades abandonadas.
¿Cuánto hay que caminar a diario?
Todo queda muy lejos de aquí.
En este lugar quedará mi último aliento de vida,
aquí es donde descansaré del viento.
Los caminos que llevan a la frontera
no tienen retornos.
En la frontera vivir y morir es diferente que en otros lados.
El tiempo pasa sin que te des cuenta.
2
Luego de mucho tiempo de estar sentado sobre una roca,
llega el día en que no puedes recordar las fechas,
porque todo es igual,
se va repitiendo la monótona y gris realidad.
El verano se vuelve un eterno domingo.
Te asfixia el perenne asueto,
tanta serenidad,
hace más pesada toda espera.
La vida en la frontera
se convierte en una caída
en un espiral sin fin.
Salgo a andar por los viejos caminos de mis recuerdos,
las lápidas me hacen valla hasta llegar a mi destino.
Miro hacia atrás
y veo como
mis recuerdos se están llenando de muertos.
El desierto se va poblando de lápidas.
Son mis muertos.
Me voy quedando solo.
