Escribí a granel, en cartas,
diarios, notas suicidas
fui líquida, aérea, terrena
Pero quedé afónica,
sin ganas de tinta y fuego
en los años de guerra
Seca ante la desmesura
y el baile de máscaras,
estéril, sin palabras tiernas
para esta realidad tan vieja,
tan llena de sangre
y niños muertos
Supuse pues
que todo estaba dicho para mí,
que los bailes, camas y versos
habían terminado
Así, sin amargura,
así, como se acepta la muerte
y el desamor
Pero me descubrí
en el silencio, en los fracasos repetidos,
en las puertas cerradas
que no deseaba abrir
Fui revelada ante mi propio misterio,
el del reino salvaje de lo cotidiano
Y rompí mi respiración
otra vez, a voluntad,
mientras sangraba y escribía,
con estas manos recuperadas
para la noche de la rebelión
para el día del «ya no más…»