Argentina, 2016, 77 min.
El cineasta argentino Gustavo Fontán continúa en la búsqueda de una poética audiovisual basada en la contemplación y la percepción
E n las orillas del río Paraná en Argentina, una familia se dispone a celebrar el último día del año. La esposa de Wenceslao, uno de los hombres de la estirpe, se niega a ir a causa del luto provocado por la muerte de su hijo, por lo que el hombre va solo al festejo. Las aguas del río y los preparativos de la fiesta se convierten en una metáfora para Wenceslao al tener que lidiar con dos ausencias: la de su cónyuge y la de su primogénito. El director argentino Gustavo Fontán aprovecha la vida estática del medio rural para plasmar una contemplativa postal de los sentimientos de su protagonista, inmerso en una latente masculinidad donde el tiempo se vuelve una espiral de sensaciones y recuerdos.
Inspirado en una de las novelas más complejas y radicales del escritor Juan José Saer, Gustavo Fontán, considerado uno de los autores más arriesgados del panorama actual del cine argentino, retoma su peculiar manejo de la narrativa audiovisual para presentar su más reciente trabajo: El limonero real. Continuando su búsqueda por una poética propia, Fontán lleva a la pantalla grande una historia cuya fuerza narrativa recae en el lenguaje y sus formas, y no en el desarrollo de un argumento.
Para esto, el director desarrolla un lenguaje cinematográfico —ya presente en sus obras anteriores, como en La orilla que se abisma (2008)— centrado en la contemplación y la percepción, articulados mediante la fotografía, el manejo de la luz, la escasez de diálogo y la disposición de la temporalidad. El limonero real es un cuestionamiento al hecho de narrar y a la forma tradicional de hacer cine, que formará parte del 37 Foro Internacional de la Cineteca Nacional del 18 al 23 de julio en la Sala 3 Fernando de Fuentes.