A ndalucía, España.- “La obra de Santiago Ydáñez es una obra verdaderamente transgresora en los tres sentidos de lo revolucionario: en la forma, el lenguaje y en el pensamiento.
Su forma de pintar es muy visceral, rápida e impulsiva, cargada de energía y un cromatismo pardo en cada brochazo. De acusada expresividad y fuerza, Ydáñez ejecuta en su obra con gran unidad y frescura, conectadas por el agua de los acrílicos utilizados en sus pinturas”, expresa Fernando Francés curador de la exposición El corazón Manda que se exhibe en el Centro Contemporáneo de Arte Moderno de Málaga (CAC).
Con una exposición individual del artista jiennense Santiago Ydáñez quien es un referente de la pintura contemporánea española.
El título de la exposición El corazón que manda está inspirado en el lema que aparece en la fachada de la Casa de los Tiros de Granada- reúne una selección de obras realizadas en la última década, pinturas, algunas de ellas creadas para ocasión y una escultura taxidermia.
El visitante puede ver cincuenta obras de gran expresividad que aluden a las temáticas recurrentes del artista como son los paisajes, animales, retratos, cuerpos y las pasiones humanas con su vertientes eróticas. Sobre diferentes soportes, objetos intervenidos y estar cerca de un toro de gran tamaño.
Para Ydáñez: “Lo que más me gusta de la pintura, es el propio hecho pictórico, el pintar. Mientras se pinta se tienen unas sensaciones muy intensas sobre las cosas. No solo sobre lo que estás pensando, estás pensando en mil cosas a la vez, aunque estés centrado en el propio cuadro. Es un hecho bastante reflexivo y bastante intenso el placer que te da”.
Y agrega que la pintura para él es “comulgar con uno mismo de una manera muy visceral; es en el proceso donde mi energía explota y se plasma en la obra. La emoción más grande”.
Ydáñez tuvo contacto con la religión católica, la imaginería, la naturaleza, el mundo animal y la caza desde su infancia.
“De ahí su irrisorio pudor a la hora de mostrar platos llenos de cabezas desmembradas, vírgenes en actitudes poco decorosas o partes del cuerpo de seres humanos u otras escenas que podrían resultar chocantes a ciertos espectadores. Fue monaguillo durante cuatro años, para él, el contacto con la iglesia es un hecho totalmente familiar y con el que se encuentra muy cómodo. Desde niño, empezó coleccionando fósiles y minerales, y ya de adulto pasa a las fotografías contemporáneas, libros del s. XIX y diferentes objetos que encuentra en mercadillos e Internet.
Cada imagen tiene su propio espíritu. En su obra, la imagen religiosa es familiar, con ojos de cristal, ambos paralizados, rozan la irrealidad y la realidad, consiguiendo humanizar la imagen religiosa. A partir de 2002, evolucionó del mundo pictórico a las esculturas de animales disecados. Esas taxidermias, entre las que se encuentran varios ciervos colgados como lámparas, hasta el toro Sin título, 2010 (300 x 210 cm) que acompaña la exposición, parece enfrentarse al tríptico formado por dos caballos blancos franqueando a una mujer, la cual iba a representar una dolorosa en un principio, pero que Ydáñez convirtió en una virgen más humana, más femenina, más mujer”.
Forman parte de la exposición, pinturas basadas en obras de la Historia del Arte, en las que reinterpreta con sus trazos y uso del color obras como Judith y Holofernes, 1599 de Caravaggio; la estampa 37.
La obra, ¡…Y tenía corazón! / Anatomía del corazón, 1890 de Simonet, pintada por el artista valenciano mientras realizaba la prestigiosa beca de la Academia de España en Roma, Ydáñez la pinta expresamente para la exposición El corazón manda en el CAC Málaga, realizada en el momento de su estancia en Roma con la misma beca que obtuvo Enrique Simonet hace más de un siglo.
Además, un detalle de esta obra, forma parte de uno de sus objetos, una caja de cuchillos, en la que ha seleccionado la figura femenina de la mujer a la que le están realizando la autopsia.
La columna vertebral de este proyecto El jardín de las Delicias, se ha construido durante nueve meses de observación, investigación y análisis de los frescos romanos de la Villa di Livia en el Palazzo Massimo en Roma y el resultado de este trabajo es la imagen mediterránea que muestra a una joven; imagen arquetípica alemana: rubia, de mirada nostálgica, melancólica, que refleja ausencia y un jardín cargado de vegetación y aves.
A la hora de reinterpretar esta pieza, el artista ha alterado la representación de algunos elementos como las aves que aparecen en los frescos originales, pero manteniendo la idea y estructura de esta pieza. Tras mostrarse en la ciudad de Málaga, la obra se expondrá en una estancia cuadrada, un cubo (10x10x10x10 metros), junto a otra serie de obras de menor tamaño, objetos, dibujos y grabados intervenidos en la Villa di Livia en Roma.