“Bajo su dirección, su pequeño país pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución Cubana”
Ignacio Ramonet
FideI.Castro, 1959, en Nueva York. Foto de I.C. «Chuck» Rapoport. Derechos: I.C. Rapoport / Getty Images.
Tras la pérdida del histórico dinamo de Holguín, los días para algunos (o para muchos) han sido convulsos.El zarandeo nos ha dejado taciturnos. Pareciera que América Latina y el Caribe sólo tienen como destino consumir y nunca más crear; las heridas vuelven y parece que no van a cerrar jamás. La actualidad nos aturde y los de la banqueta occidental nos hacen creer que los contrapesos, la defensa legítima de las costumbres y la autodeterminación de los pueblos no tienen más cabida en la actualidad.
El andar de la vida cubana ha sido pedregosa y muy azarosa: siempre ha estado condicionada, primero por los españoles, posteriormente los ingleses también tuvieron su cuota de dominio, pero con el Tratado de Versalles volvió el mando a los españoles. Hicieron cumplir cabalmente la vida de sometimiento y explotación en la isla. Fue hasta 1868 que, con el grito de Yara, se plantearon los primeros ideales antiesclavistas y de insurrección, que desafortunadamente no fructificaron y el movimiento se fracturó. Fue hasta 1878 con el Partido Revolucionario Cubano consolidado que volvieron a escena esos preceptos bajo el mando del gran José Martí, guardando las apariencias, pero sin claudicar en esfuerzos. Fue en los albores de 1895, desde el oriente de la isla —pareciera una metáfora histórica del mundo—, que este último, Máximo Gómez y el Antonio Maceo apretaron a los terratenientes españoles dejándoles claro que el tabaco y la caña son y serán de los cubanos.
A mediados de ese año Martí falleció, pero la guagua independentista ya no la paraba ni la Virgen de Covadonga, ni la de Monserrat y menos la de los desamparados. Gómez y Maceo hicieron fuerza y siguieron adelante. Los estadounidenses apoyaban cada vez más y más al grado de, involucrarse de lleno y vencer a las fuerzas españolas. Por ende, se firmó el Tratado de París, que indicaba que la isla estaría, a partir de entonces, en manos estadounidenses. Fue hasta 1902 que Cuba por fin fue desocupada por fuerzas militares ajenas, pero la maldición del condicionamiento no desapareció debido a que hubo un punto en la constitución de la isla que restringía de nuevo la vida caribeña, llamada Enmienda Platt, misma que cedía la administración de bienes, política exterior y seguridad a Estados Unidos; en conclusión, una independencia limitada.
Esos de aquella banqueta occidental son gusanos, siempre desmemoriados, pero hay que recordarles que Cuba, antes del 1° de enero de 1959, en su juego de democracia, la nueva oligarquía impuesta, seguía sometiendo al pueblo, no generaba viviendas, los empresarios se tragaban las plantaciones de caña de azúcar y la isla era un garito, exhibiendo a las cubanas al ritmo del Tropicana como si fuesen mercancía.
Fidel Castro leyendo durante su estancia en Sierra Maestra, Cuba, 1958. Foto de Enrique Meneses
Después de 1959 parecía que la condicionalidad terminaría. Después del triunfo de la revolución verde olivo, parecía que la malaria había llegado a su fin y que, de la mano de Fidel Castro Ruz y su hermano Raúl, acompañados por el hombre de la prominente sonrisa, Camilo Cienfuegos, y el heredero de la histórica altura de la Sierra Maestra, el tesoro de Rosario, Argentina, Ernesto Guevara de la Serna, harían realidad el sueño de Martí: la “Patria Grande”. Todo iba viento en popa, la gente comenzó a crear, a ser ciudadanos más consientes del colectivo, pero el vecino incómodo del continente, aún con el corazón picoteado después de haber cercenado el mandato a su esbirro Fulgencio Batista, en 1960 impuso un embargo económico como respuesta a la expropiación de las industrias azucarera y tabacalera. Una nueva limitante que intentaba sabotear el mandato revolucionario, pero que fue un acicate para producir más y ser autogestivos.
La anterior se endureció aun más en el marco de la Guerra Fría en el año 1962, cuando los estadounidenses, aseverando que en Bahía de Cochinos había lanzaderas de ojivas nucleares soviéticas que ponían en riesgo la seguridad del mundo, propiciaron la restricción de medicinas hacia Cuba por parte de muchos países. En este andar muchos abandonaron la causa caribeña, pero Fidel no se dio por vencido y amalgamó la fuerza de trabajo, de la mano con los recursos naturales.
Los de la banqueta occidental siguieron difamando, interviniendo en Cuba a través de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) y creando historias negras alrededor de Castro. Pero el Comandante le demostró al mundo y a sus detractores que la estructura revolucionaria ha generado hasta nuestros días las siguientes cifras:
• En términos económicos un Índice de Desarrollo Humano de 0.815, ocupando el número 44 en el mundo.Un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2.7% por año con una baja tasa de desempleo de tan sólo 3.5% a nivel nacional. La inversión social anual del PIB por año en Cuba es de 36%
• En términos de salud la esperanza de vida es de 79 años y está por encima de la media en América Latina y el Caribe, que es de 73 años. 87% de la población rural cubana tiene acceso directo al agua. La mortalidad infantil es la más baja de todo el continente, ya que por cada mil infantes sólo cinco mueren.
• En el rubro de la educación, en nivel primaria Cuba registra 99% de inscripción.La tasa de alfabetización de hombres y mujeres de 15 a 24 años, es decir, en el nivel medio superior y superior,es de 100%
Además, Cuba se comprometió con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que son ocho propósitos que fueron fijados en el año 2000 y que los 189 países miembros de Naciones Unidas acordaron alcanzar para el año 2015. La isla logró cuatro de ellos de manera clara y ningún país en todo el continente le ha igualado.
Los argumentos ahí están y naturalmente habrá quienes sólo quieran omitirlos o pasarlos por alto, pero estamos quienes verdaderamente sentimos esta partida porque desafortunadamente en nuestra América Latina y el Caribe los referentes de cambio perecieron y hoy este postmodernismo ha logrado atomizarnos e individualizarnos al máximo. Porque en América Latina y el Caribe aún en nuestros días hay quienes quieren desaparecer a las personas porque temen a la verdad, porque en este continente hay quienes creen que cuando matan a la gente matan a la idea y no nos damos cuenta que la voluntad de estudiar, trabajar y ser humilde con el prójimo será nuestra única salvación. Seguir viviendo a través de modelos importados sólo nos genera caretas que nos restringen a vernos a nosotros mismos.
¡Gracias Comandante, porque junto con Simón, JoséMaría, Camilo, César Augusto, Emiliano, Doroteo, Juan Domingo, Salvador, Antonio José, Ernesto, Hugo, Papá Martí, Getulio, Ruy Mauro, materializaron nuestra casa! ¡Vas bien Fidel, vas bien!
Fidel Castro en una plantación de caña de azúcar, 16 de julio de 1969 (fuente). Foto de François Pages, en Paris Match.