Violación

(Primera de dos partes)

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La memoria(detalle) René Magritte 1948. Bruselas, Bélgica.

ENTREVISTA

SONIA. 27 años. Estudiante de Comercio y Administración y maestra de primaria. Secuestrada y violada por tres porros en la Ciudad Universitaria. Los denunció. Dos de ellos fueron condenados a diez años de prisión, pero después de un año salieron bajo fianza, aun cuando no tenían derecho a ello.

Siento asco, angustia, desesperación: no lo he superado todavía. He tratado de liberar un poco mis pensamientos, de aislarme de la gente que me recuerda esto, compañeros de trabajo, vecinas. En ocasiones estas me preguntan con ironía o con burla… incluso en la calle me han detenido y me han dicho: ¿usted es la señora violada? Ay, ¿a poco se espantó, a poco no le gustó? Cosas así me dan mucha lástima…

Miguel mi esposo, nunca se opuso a que yo estudiara. Vas a ir a la escuela, me decía, pero yo voy a ir contigo… Vas a sentirte como soltera y quien sabe cómo te vayas a comportar… Así transcurrió un año, y al siguiente semestre me sucedió esto de la violación. Los primeros meses después de la violación mi situación íntima con él fue más o menos normal, pero cuando vinieron los careos con esos tipos, ellos dijeron que yo me había ido con ellos porque me iban a pagar, y que fue porque yo me les ofrecí. Al llegar ese día a casa él me preguntó qué había pasado; yo le comenté absolutamente todo y al acostarnos me tomó de los brazos y me dijo: ¿Es verdad que te llevaron ellos o tú te fuiste con ellos? Yo le dije: ¿no me conoces? Me dio a entender que yo buscaba más satisfacción fuera de mi casa porque él no me la proporcionaba… Fue la primera vez que me golpeó… me obligó a estar con él.

Yo comencé a tener temor de estar con él, porque como que revivía aquello… Me daba asco, repugnancia, que simplemente me tocara. Desde el momento que desconfió de mi y me llamó “puta”, allí terminó mi relación con él, tanto física como moral, porque pienso, ya no lo consideré mi amigo, lo consideré mi enemigo… Él ha tratado de superarlo, pero no fue posible; me insulta mucho y desconfía de mi hasta en lo más mínimo.

El temor que tenía, siento que era de que al no estar con mi marido, que era quien me daba respaldo, pues moral, como hombre, todos iban a pensar que ya no sirvo, que estoy como Coca destapada, que todos me pueden tomar. Porque ya en dos ocasiones me lo dijeron por teléfono en mi casa : ¿qué noche o qué día estás sola para ir, al fin qué pierdes?. Me la pasé llorando toda la tarde.

Mis hijos me hacen muchas preguntas que han nacido de  situaciones que han visto en la casa. Decía mi esposo que posiblemente provoqué yo esa situación porque uso bikini y se me marca el pantalón… o mi forma de caminar… El niño me preguntó un día, me estaba vistiendo yo frente a él: “¿Mamá, porqué te pones esa ropa, no sabes que a mi papá no le gusta porque dice que por eso te pasan cosas?” Por ejemplo, ayer fui a la Universidad, me arreglé y me dijo: “Ha, te vas a ir, ¿ya ves? y luego no quieres que mi papá piense que andas por allí, por la calle.”

La niña, el otro día, se pintó la cara toda así, se puso un brasier mío y dice: “Mira papá, soy una piruja, a ver pégame papá” Se quedó callado, no dijo nada, nada. Yo tengo mucho miedo, miedo  de estar sola con mis hijos.

Pensando que va a ser lunes, me siento mucho muy mal, como si no deseara para nada estar allí, porque me rechazan, me rechaza el personal. En festejos y reuniones, cuando las han hecho, ya no me llaman… Comenzó a cambiar conmigo el director, no me hablaba, me decía majaderías, me aventaba los oficios. Llegó al grado de irme a gritar al salón…que vergüenza debía yo tener con lo que me pasó, que no debía estar en la escuela… delante de mis alumnos, delante de mis compañeros.

Imagínate, con trece años de servicio, y que me gusta, me gusta trabajar como maestra. Ahí una vez que entro a mi salón, se me olvida todo, y a lo que voy: a enseñar, a jugar, a cantar. Todos los padres de mis niños hicieron una junta en la casa y me dijeron: “maestra, usted no está sola, está con nosotros. Somos testigos del trato que se le ha dado y de la escuela no la sacan”.

LA IGLESIA
UN ACTO MERITORIO ANTE DIOS

(La entrevistadora fingió una confesión con base en un caso real; llevaba oculta una grabadora con la que registró la conversación con el cura.)

– Padre, tengo un problema muy grave… Quiero confesarme y hacerle una consulta… Tres tipos me subieron a un carro y abusaron de mi… Soy casada padre, y tengo dos hijos…
– ¿Y abusaron todos?

– No me quedó de otra padre, tuve que ceder …

– ¿Y abusaron todos o nomás fue uno?

– Fueron dos… no sé si estoy en pecado padre…

– ¿Cómo fue? ¿Qué culpabilidad pudo haber tenido? Tal vez tuvo culpa de imprudencia. Uno a veces se engaña, y otras veces pues…

– Yo no pude hacer nada padre…

– Bueno pues yo diría que no hubo ninguna culpa… es más un tormento para usted que un pecado. De modo que no creo que tenga que arrepentirse de ninguna falta en ese sentido. Ahora, la cosa emotiva con su esposo; ¿cree que pudiera haber familia?

– Pues padre de eso no estoy segura. Yo también quería preguntarle, porque ahorita tengo un retraso en mis funciones…

– No hay nada por lo que su esposo deba saber eso. Nada, nada debe decirle. Para qué le causa pena y luego si es celoso y no le cree, hasta puede acabar con su matrimonio. Ahora que si va a haber como quien dice, mayor compromiso aparte del gran susto que se llevó, si va a haber familia…¿O estaban evitándolo?

– Sí, padre, justamente…

– Pues es un peligro que tenga que decírselo más tarde.

– ¿Yo qué haría con un hijo así padre?

– Pues un hijo así, pues recibirlo como si fuera de él. Muchas veces aun tratando de evitar la familia, vienen hijos. ¿Está usted metida en el ritmo?

– Sí, no he querido tomar anticonceptivos.

– Porque el ritmo no es éxito completo.

– ¿Y sabe qué padre? Yo no puedo estar con mi esposo, siento como coraje, como que me acuerdo de aquello…

– Eso sí lo puede controlar… Mostrarse con él como si no hubiera pasado nada… Porque si encima de lo que pasó, usted no se muestra cariñosa, pues él que es inocente va a pagar el plato y eso no está bien…

– Pero, ¿aunque yo no sienta ganas? Siento horror…

– Aunque lo sienta, debe usted disimularlo, porque en estas circunstancias, ¿Qué culpa tiene él?

– Padre, yo siento un odio enorme, quisiera denunciarlos.

– ¿Sabe quienes fueron?

– Oí sus nombres y supe que estaban en la Facultad de Comercio. Además me acuerdo de sus caras.

– Pero hoy en día, como está la policía, no sería más que dar publicidad al hecho. Perdería usted la fama y ellos quedarían tan tranquilos.

– ¿Usted cree padre?

– No teniendo más datos, se juntan los tres y declaran que es totalmente falso, que ella quiso subirse al carro y tal… Y Aunque después los puedan encontrar mintiendo, eso es largo y además no sacará nada, ni dinero ni nada, en cambio perderá la honra.

– ¿Usted cree padre que no he perdido la honra? Yo me siento marcada, sucia…

– No, usted no ha perdido la honra. Puede ser que ante Dios haya sido un acto meritorio para usted. Yo pienso que en esos momentos, las mujeres ni siquiera sienten placer.
– No, padre, qué placer iba a sentir…

– No, porque no fue cosa buscada por usted, sino sufrida. Un martirio y no sólo el acto, sino todo lo que viene después, toda esa preocupación. Así que ante Dios quédese tranquila; ahora viene la cosa de prudencia ante su esposo. pero eso se va a disimular… Ahora que si ve que va a haber familia, en todo caso pensar en decirle; pero antes prever la reacción de él. En cuanto al rechazo que dice que siente hacia él, encomiéndese a Dios, ya lo irá superando poco a poco; trate de ser más precavida porque esos son unos bárbaros.

Próxima entrega EL VIOLADOR  entrevista a un preso condenado a nueve años por violación)

 

Lavarona ilustración

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