Gran trabajo técnico, escenográfico y de vestuario
Palacio de Bellas Artes, a cargo de la Compañía Nacional de Danza del INBA
Sala Principal a partir de mañana, sábado 11 de junio
La sílfide y el escocés obra que forma parte del repertorio de las mejores compañías del mundo y es considerada como uno de los ballets más importantes del siglo XIX. Desde 1990 forma parte del repertorio de la Compañía Nacional de Danza (CND) del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), agrupación que la escenificará el sábado 18 de junio a las 13:00 y 19:00, domingo 19, a las 17:00 y jueves 16 a las 20:00, en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes.
Se trata de una pieza que anunció la llegada del ballet romántico y la era del ballet blanco. La coreografía es de Terrence S. Orr según la original de August Bournonville y aborda una historia que se desarrolla entre brujas, espíritus y seres humanos dentro de una fantasía protagonizada por la sílfide, un ser etéreo, fascinante y travieso.
Un aspecto relevante de esta obra es la técnica que utiliza, la Bournonville, en la que el bailarín hace alarde del trabajo de batería de los saltos, además de ser un ballet que establece un nuevo concepto escénico característico de los ballets blancos, la aparición del gran cuerpo de baile en el segundo acto y las típicas formaciones de los ballets tradicionales donde las bailarinas hacen diferentes grupos y dibujos.
Particular mención merece el personaje de la sílfide, quien enfrenta el gran desafío de saltar constantemente y aparentar suavidad y ligereza al ser etérea. Además de todas las emociones que despliega. Es un personaje que requiere de grandes dones histriónicos ya que es un ser que se vuelve loco y muere dentro del drama que manejan los personajes románticos.
La sílfide y el escocésestá inspirada en el ballet La sílfide, de Filippo Taglioni, que fue estrenada en la Opera de París el 12 de marzo de 1832, y que contó con la participación de Marie Taglioni, primera bailarina que ejerció dentro de este ballet la técnica de la danza en puntas, por lo que en él es relevante el uso de la zapatilla de punta, la delicadeza de los pasos y una postura emblemática del estilo romántico de la época.
El personaje de la sílfide será interpretado por las primeras bailarinas de la CND: Agustina Galizzi, Ana Elisa Mena, Mayuko Nihei y Blanca Ríos, mientras que los primeros bailarines Argenis Montalvo, Erick Rodríguez y el solista Rodrigo Ortega darán vida a James, joven escocés protagonista de la historia. Todos ellos, junto con los cerca de 60 bailarines que aparecen en escena, han realizado un arduo trabajo dentro del estilo que maneja la obra.
Se trata de una producción que la CND ha llevado a escena con una gran conjunción de elementos técnicos y escenográficos además del cuidado de cada uno de los detalles que guarda el ballet. La música es de Hermann von Lovenskjold y el diseño de escenografía y vestuario estuvo a cargo de Eugenio Servín quien tomó como referencia las montañas altas de Escocia para mostrar el interior de un castillo con una gran chimenea, espacio donde James le da la bienvenida a su prometida Effie y se desarrollan una serie de danzas y eventos.
Dentro del segundo acto recreó un bosque donde la vieja adivina, Magde, junto con sus grotescas brujas, plantea vengarse de la terrible humillación sufrida por parte de James. Es un espacio que forma parte de los dominios de la sílfide y que ha sido recreado con un bello trabajo por parte del escenógrafo para enmarcar el triunfo de la venganza.
En lo que respecta al vestuario, Servín utilizó los kilts, faldas típicas de Escocia realizadas con tela a cuadros que son usadas por el bailarín y que permiten apreciar en toda su magnitud el despliegue y la ejecución de sus saltos; mientras que el cuerpo de baile aparece con la típica indumentaria de las ejecutantes de danza clásica, los tutús, diseñados para este ballet en blanco y al largo las rodillas.
Con una duración de una hora y diez minutos, aproximadamente, La sílfide y el escocés es un espectáculo para toda la familia, por lo que el público no debe perderse esta oportunidad que ofrece la CND en su objetivo de mantener vivos los ballets clásicos.