Dieron por muerto, debilitado y corrompido, una vez más, al movimiento magisterial aglutinado en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). El gendarme que hace las funciones de secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, amenazó con expulsar a 3, 119 maestros disidentes. Fue la nota principal y única de todos los periódicos capitalinos.
Nuño apareció en todos los programas y noticieros posibles para advertir que la “reforma educativa no está a negociación” y que sólo dialogará con la CNTE si aceptan esa reforma que ni siquiera sectores del SNTE han defendido.
El Universal publicó, en vísperas de la movilización del viernes 27 de mayo, que existían órdenes de arresto contra dos de los líderes de la CNTE, Rubén Núñez y Francisco Villalobos, dictadas por un juez federal. Se les acusa de “planear y ordenar” la realización de movilizaciones.
La policía capitalina desalojó en la madrugada del jueves 26 el plantón y los maestros se trasladaron a la Ciudadela, no sin antes repudiar la “política del garrote”. Los noticieros televisivos transmitieron imágenes casi idílicas del desalojo, con granaderos pacíficos, cuando la realidad fue inversa.
A pesar de toda la operación de aplastamiento mediático y policiaco, de una nueva e intensa campaña de criminalización y estigmatización, el movimiento magisterial volvió a demostrar no sólo que está vivo sino que en lugar de debilitarse frente a las amenazas se fortaleció.
El viernes 27 de mayo, después de la marcha del Antimonumento de los 43 normalistas de Ayotzinapa a Los Pinos y de obtener la promesa de una mesa de diálogo en la presidencia de la República, en redes sociales los maestros se convirtieron en Trending Topic: #VivanLosMaestrosDeMexico, fue la frase que se difundió para defender las demandas de los profesores.
El tiro le salió por la culata a los “estrategas” de la mano dura. Ahora hay una intensa movilización en seis estados, particularmente en Chiapas, donde los padres de familia salieron a marchar, por primera vez en muchos años, para apoyar a los maestros. En Oaxaca, la sección 22 volvió a demostrar su capacidad de presión. En Michoacán, Sinaloa, Morelos, Chihuahua y Baja California efectuaron marchas, bloqueos y tomas de casetas. En Guerrero la Ceteg, vinculada a la CNTE, advirtió que defenderá junto con los padres de familia que no permitirán la entrada de nuevos maestros que ocupen las plazas de los despedidos por la SEP.
La nueva movilización magisteral ha colocado en un dilema al gobierno de Peña Nieto: o flexibiliza su posición, a costa de dejar en ridículo al delfín de la SEP, o aplica la “mano dura”, con toletes, despidos y represión, en pleno proceso electoral en 12 entidades para renovar gobernadores.
En su última entrevista pública, en Canal 2 con Adela Micha, en 2013, Elba Esther Gordillo, la defenestrada dirigente del SNTE, advirtió con claridad meridiana lo que iba a suceder: si prevalecen los criterios de aspiraciones presidenciales en la SEP, no habrá reforma posible. El gremio magisterial, advirtió la dirigente detenida por presunto lavado de dinero, “no son tontos. Saben al menos leer y escribir y no son los responsables de todos los males de la educación”.
La lección ha sido muy dura para los maestros, pero el gobierno de Peña Nieto parece no entender. Una reforma impuesta siempre acaba mal y peor si se aplica la ley del garrote.