Todo cabe en un jarrito sabiéndolo acomodar.” Alonso Ruizpalacios siguió al pie de la letra el consejo de su tía, de la tía de todos. Güeros es el punto donde confluye la protesta social, la lucha de castas, la lucha de clases, los sueños a precio de todo, el amor como el motivo más fuerte para seguir andando… ¿Por qué hablar de todo esto? Porque existe. La mayor de las herencias que hay entre nosotros son los hábitos colonizadores que se disfrazan de desprecio; éste, desconoce el color de piel donde habita y no tiene ideología fija, pero mantiene fijo su propósito de humillar con ganas.
En entrevista con el IMCINE, Alonso explicó que “Güeros se trata de dos amigos que están en el limbo de la huelga universitaria; una huelga ficticia pero una huelga muy similar a la del 99 en la UNAM, en la cual, las vidas de muchas personas se detuvieron. Algunos se metieron al movimiento, otros se cambiaron de escuela y otros no hicieron ni uno ni lo otro; entonces mis protagonistas son del tercer grupo, o sea, los que no están ni en contra ni a favor: se quedaron viviendo en un limbo sin escuela, sin nada que hacer; y en medio de este estado en el que ya llevan varios meses (…) reciben la visita del hermano pequeño de uno de ellos…”
Dicen que el diablo está en los detalles; de pequeña o gran manifestación, estos son esenciales en el desarrollo de la película; cada uno de ellos le da un apriete de tuerca a la trama, a la vida grupal y particular de los personajes. Una travesura infantil puede tener muchas aristas, alguna de ellas puede hacer que el día de mañana decidas salir a perseguir tus sueños.
“Güeros es una road movie que sucede en chilangolandia; son cuatro personajes que se suben a un coche destartalado para ir a buscar a su héroe musical de la infancia. Son cuatro personajes que se lanzan a la aventura y que en este camino se van encontrando a sí mismos (…) encuentran a su héroe y no hay nada ahí; pero en el camino se encontraron a sí mismos. Yo entré a la universidad en el 99 durante la huelga, y al igual que mi personaje que no sabe dónde estar, si de un lado o del otro, y entonces se hace pá atrás… yo estaba en extramuros y estaba además en el movimiento, sin pertenecer al CGH, pero sí simpatizante del movimiento…” (Agita las manos de izquierda a derecha) “pero moviéndome ¿no?… o sea, yo estaba haciendo y mi personaje está estático,” comentó Tenoch Huerta, a Radial 3.14.
José Emilio Pacheco había contado a la ciudad de México en Las Batallas en el Desierto; su pluma dio a conocer al antiguo DF y los comienzos de lo que es actualmente. Hoy, ese relato es retomado por lente de una cámara, la de Ruizpalacios. Las imágenes que aparecen en la cinta, en no mucho tiempo, dejarán de ser contemporáneas para convertirse en recuerdos.
“Lo cierto es que la ciudad de México son muchas ciudades… es gigantesca y está llena de barrios muy distintos los unos a los otros, y casi siempre están uno al lado del otro,” argumentó Ilse Salas; “y encontramos muchísimos espacios: La Lagunilla, los segundos pisos, el Queso ¿no?, que es un lugar ahí en Santa Fe (…) está padre, o sea, ver como el retrato de la ciudad de México en diferentes aspectos…” dijo Leonardo Ortizgris. “Como en el caso de Santa Fe con estos edificios inteligentes y que parece que estás como en Estados Unidos, San Diego, una cosa así, y de repente en las barrancas de al lado es un barrio bravo que le dicen, donde no entra cualquiera, y todos estos contrastes es Güeros…” cerró Ilse Salas.
Agua, hierba, leche: acaso somos una mezcla homogénea de pensamiento heterogéneo: somos Güeros. Aquella imagen, donde todos están dispuestos para tomar el té, me hizo recordar una vez más a José Emilio: “Mi padre me dijo que en México todos éramos indios, aun sin saberlo ni quererlo. Si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres nadie usaría esa palabra a modo de insulto.”
“Yo soy Ana,” retoma Ilse Salas, “ella es parte de la huelga, muy firme en sus convicciones, una rebelde de verdad; sin embargo le pasa lo que le pasa a los otros personajes: no termina de encajar en ningún lado. Finalmente, como dice el director, es una güera en tierras hostiles (…) que por el hecho de ser güera ya le dicen fresa; entonces ya no importan sus ideales, su inteligencia, su garbo, su presencia y su fuerza. A mí me toca lidiar mucho con el clasismo, el sexismo, en estos movimientos, que aunque no lo queramos ver, existe.”
Ruizpalacios, o alguien cercano a él, eligió la frase del ex presidente chileno Salvador Allende como el eslogan principal de la película: “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, incluso hasta biológica.”
“Creo que la juventud en México, en América Latina, pero particularmente en México, siempre se ha caracterizado por estar echada pá adelante; generaciones que son más, otras que son menos aventadas, pero al final del día somos reaventeados. La huelga de la UNAM, que fue la primera huelga del siglo XXI y la última del siglo XX a nivel mundial; con esos alcances, con ese nivel de penetración, y además ¡que sí, ganó! lo que se estaba buscando” compartió Tenoch.
Güeros fue la película mexicana más premiada durante 2014. En Los Cabos International Film Festival, Ilse Salas dijo lo siguiente: “Esta película también es un canto a toda la juventud y su espíritu rebelde y esa fuerza tan contagiosa que… pues nos inspira a todos. Nosotros cuando la hicimos no éramos tan jóvenes como nos hizo ver Damián García, el fotógrafo, (…) tuvimos un flashback de nuestra juventud, y ojalá recuperemos todos ese espíritu que nos hace tanta falta hoy.”
Irvin, y en general toda la redacción, son jóvenes que no rebasan los 22 años; y que en cada letra, en cada oración, en cada gesto, dejan de manifiesto que quieren algo diferente a lo que la historia les manda. Cada día que convivo con él, con todos, me recuerdan que no hay que dejar de soñar, porque soñar es lo único que queda. Somos Güeros, Irvin.