·Luriel Lavista
entre acostumbrado a la oscuridad
a esas paredes cuarteadas
por la nueva obra del gobierno,
la imagen acartonada de un santo
casi hizo que me resbalara
instintivamente después supe donde pisar
las sabanas electrificadas me recibieron
aunque estaba temblando
sus piernas terminaron de encubrirme,
sin encontrar completamente su cuerpo
después de un rato terminamos
no hubo palabras ni besos
desperté aguantando la respiración
sus manos se empezaban a enfriar
mi rostro con el suyo reconocían que faltaba poco
toque sus piernas que se fueron desprendiendo,
busqué mi licorera y me vestí sin hacer ruido
le recordé que tenía ya todo listo
su esposo enfermo tosió desde la otra habitación
maldiciendo por su medicamento
oí espontáneamente un llanto,
un camión subir el nuevo puente vehicular,
la brisa al correr por debajo de la puerta
lentamente aclaro la habitación
baje la escalera de caracol
dejando la ventana entreabierta,
observe pacientemente casi una hora
desde el lado opuesto de la avenida
recargado en una columna de otro edificio
hasta que ella molesta término por cerrarla
parecía una buena jugada
después de todo cuál era el temor
la posibilidad o el compromiso,
amanecía y no tenía dirección
encendí cuidadosamente un cigarrillo
y comencé lentamente a caminar entre la gente