¡Violeta! se escucha el nombre de aquella mujer… ¡Tirones! ¡Golpes! Una caída que le causó varios raspones en cara y brazos.
Violeta se encuentra sobre la calle Cedros, en la Colonia Tlalpexco, Delegación Gustavo A. Madero; su marido la somete, tira de su ropa tan fuerte que la hace tropezar.
—¡Párate pendeja! –Le grita mientras jala el brazo de la mujer.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI, en el Distrito Federal 52 de cada 100 mujeres de 15 años o más han tenido al menos una relación y a lo largo de esta han sufrido agresiones, físicas y psicológicas. De las mujeres casadas o unidas violentadas por su pareja, el 91.5 % no denunció la agresión ante alguna autoridad.
Violeta se levanta, le pide que la suelte, ella “puede sola”¡Cállate, más vale que te levantes perra! –Tira aún más fuerte de la blusa que sólo alcanza a cubrir un poco de su pecho.
Ella llora “Cálmate, por favor…”, le pide. El hombre moreno, de 1.80 mts. aproximadamente; la toma del cabello, la lleva a rastras. Furioso por los pasos torpes de una mujer que apenas puede caminar, la empuja contra una puerta. La gente observa desde el autobús, desde la esquina de la calle, a través de las ventanas, y ella… sólo quiere que él se detenga.
El conductor de un autobús se detiene, titubea, quiere bajar a ayudarle.
—¡Tú no te metas!, si se la está chingando es por algo le dice la mujer que acompaña al conductor en la unidad.
Es que ya está muy lastimada, mírala! y con el Módulo de Vigilancia aquí (a dos casas) –contesta el conductor, molesto y con una voz impregnada de indignación. Al final cede ante los reclamos de su acompañante, y se aleja de la escena.
Don Refugio es dueño de la Farmacia Ángeles, es vecino de Violeta, no quiso decir nada sobre cómo llegar a casa de Violeta.
—¡No hija!, ¿Pa’ qué vas a buscarla? Mejor no te metas, que tal que a ti también te golpea el bruto ese. –me advierte, mientras me dice que no es la primera vez que golpea a Violeta en la calle “¡Y eso que apenas llevan unas semanas acá!”
Don Refugio habla poco con Violeta. Sabe que se llama así -la agredida- porque un día fue por unas medicinas y la receta llevaba su nombre. Al hombre de 1.80 mts. sólo lo ve cuando llega del trabajo o borracho.
—Nadie habla con él y la muchacha apenas asoma la nariz por la puerta… ya debería de dejarlo -enfatiza Don Refugio.
Violeta no tiene hijos, no habla con vecinas, no sale a caminar o al mandado si no es acompañada por su marido. El hecho sucede en vísperas del Día internacional de la Mujer. Los golpes a Violeta no tienen fecha. ¿Cuánto tiempo más seguirá evadiendo su realidad violenta?, ¿Cuánto tiempo soportará humillaciones y golpes?, ¿De verdad hay algo que celebrar?
Estudios realizados por el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) en la mayoría de los casos no denuncian al agresor por temor a represalias en contra de hijos, familiares o ellas mismas. Las mujeres que acuden al Instituto llegan con golpes físicos, pero también con golpes psicológicos aún más profundos.
Cuatro de cada 10 mujeres mexicanas (43.1%) han recibido amenazas de muerte, han sido humilladas y “vigiladas” por su pareja. Mientras que 14 de cada 100 (14.0%) han sufrido lesiones, golpes o sido amagadas y 7 de cada 100 (7.1%) las obligaron a mantener relaciones sexuales.
Violeta, muestra una de tantas realidades en la vida diaria de una mujer en México, y que si bien; las leyes a favor de las mujeres han progresado, la mayoría decide no denunciar y tomar acciones legales en contra de su agresor. Del total de mujeres que han sufrido violencia física o sexual, sólo el 17.8% de las casadas y 37.4% de las separadas denunciaron la agresión.