No es fácil abordar la herencia, los secretos, las prácticas y el legado de quien durante casi cinco décadas fue el jefe de la policía política mexicana. Menos fácil es realizarlo desde el episodio de máxima vulnerabilidad en la biografía de Fernando Gutiérrez Barrios: su secuestro una mañana de diciembre de 1997, en la avenida Miguel Angel de Quevedo, de la Ciudad de México.
El escritor Fabrizio Mejía decide visitar los distintos niveles del infierno en la conciencia del ex jefe de la Dirección Federal de Seguridad, ex gobernador de Veracruz y ex secretario de Gobernación en los primeros 4 años del salinismo para hacer un retrato no sólo del personaje, sino de sus cómplices, de la guerra sucia a la mexicana que tantos expedientes abiertos ha dejado, de la singular relación de alianza y acuerdo de no agresión con Fidel Castro y el régimen cubano, del ascenso del narco poder a través de las propias filas de la DFS.
Un Hombre de Confianza, la novela-relato-crónica-perfil de Mejía no pretende agotar ni emitir “verdad histórica” sobre un personaje que tiene múltiples rostros y expedientes. Es una recreación puntual y provocadora del secuestro del consciente y el inconsciente de Gutiérrez Barrios en manos de sus captores.
Son seis los días que recrea Frabrizio Mejía y muchos los episodios que revive. Uno de ellos, quizá el más doloroso, es la constante práctica de la tortura y el apapacho a los familiares de los desaparecidos y presos políticos, especialmente el caso de Doña Rosario Ibarra de Piedra, incansable luchadora y fundadora del Comité Eureka.
La realidad y la ficción nunca estarán tranquilas ni reconciliadas mientras las historias relatadas en una novela como la de Mejía se reproduzcan al infinito en este México contemporáneo. El problema no era el hombre de confianza sino el sistema al cual sirvió y se descompuso hasta los niveles actuales.
Mejía indaga en las heridas de ese pasado para alumbrar el presente. Como lo realizó en Septiembre, Zona de Desastre, Disparos en la Oscuridad o Nación TV.